Verano…

Cuando ya estamos en plena canícula veraniega parece que todo se ralentiza, incluso se detiene. Horarios reducidos, plantillas escasas, buzones de email silenciados, calles vacías… La mente y el cuerpo parecen reclamar un tiempo muerto, un impasse que sirva para reducir tensiones acumuladas, descomprimir todo lo que nos ha estado apretando durante el año y despejar la cabeza.

Es en verano cuando intentamos pensar en otras cosas, leer esos libros que siempre dejamos aparcados por falta de tiempo, hacer ese viaje que estamos posponiendo mes tras mes o ir a visitar a las personas que hace tiempo que no vemos. Son algunas de las cosas que nos proponemos cada verano y que muchas veces no logramos realizar.

La desconexión de nuestro día a día no es fácil, seguro que lo sabes. Por desgracia, somos esclavos de ciertas tareas y es a veces muy complicado desentenderse de ellas. ¿Olvidarse de consultar los emails? ¿Tener el móvil en silencio durante el día? ¿Renunciar a ver lo que se “cuece” en las RRSS? ¿Pasar de ciertas personas? Cosas que te sonarán sobre todo si eres autónomo o responsable directivo. Olvidarse de las rutinas y obligaciones, aunque sea durante una o dos semanas, puede convertirse en algo estresante.

Y estoy de acuerdo con la mayoría de los psicólogos, que cada año nos recuerdan que tenemos que ser capaces de interrumpir nuestras obligaciones laborales o personales para lograr un buen descanso físico y mental. Esa tendría que ser nuestra actitud, y llevarla a la práctica. ¿Te has ido de vacaciones alguna vez sin tu portátil? Esa sería una buena prueba de fuego ¿no te parece? Conozco a gente que lo ha hecho y ni se ha hundido el mundo ni ha estallado una crisis. Por fortuna nadie, ni siquiera los CEOs de las más grandes organizaciones, es imprescindible. Y es bueno que sea así.

Pero el verano es muy largo. No solo son los quince o veinte días de vacaciones reales. Y en estas semanas, cuando la actividad se reduce, es un buen momento para parar y hacer algo que casi nunca hacemos durante el año: Reflexionar. Ya el verano pasado dediqué un post a esta cuestión y no voy a repetirme ahora. Pero creo que ahora que las perspectivas sanitarias y económicas parece que están en mejor camino es un buen momento para pensar en lo que estamos haciendo en nuestras empresas y qué caminos tenemos que iniciar para después del estío.

No se trata de elaborar grandes planes, ni de buscar metas o logros imposibles de realizar, sino de dejar que tu cerebro navegue libremente para tener una perspectiva diferente, menos condicionada y más abierta, de tu situación profesional y empresarial. Como decía Van Morrison el verano Huele el mar y siente el cielo. Deja volar tu alma y tu espíritu.

Cuantos más dejes libres tus pensamientos habrá más posibilidades de que afloren ideas o conceptos que nunca habrías imaginado. Aunque en realidad siempre estaban ahí, pero nunca les distes opción a manifestarse.

Te propongo que durante este verano dediques cada día un pequeño tiempo -como una media hora- a esta actividad reflexiva. Busca el momento más tranquilo del día, a primera hora, a media tarde o ya de noche. Y un lugar cómodo que te permita “aislarte” durante ese tiempo sin ruidos ni interrupciones. Una vez que estés relajado, cierra los ojos, respira varias veces de forma pausada y pon la mente en blanco. Sí, ya sé que no es fácil, pero hay que intentarlo (los budistas dicen que con la práctica se logra). Es como al que le gusta escribir. Todos los días se obliga a escribir, aunque sea solo unos minutos. Al principio el folio está en blanco y, con el paso de los días, este poco a poco se llena de textos. Esta técnica te ayudará a la desconexión física y mental y creará el ambiente apropiado para que afloren en tu mente nuevas perspectivas.

Quizás no lo logres el primer día, ni el segundo, ni la primera semana. Pero si persistes, al final conseguirás convertirlo en una rutina. Y no solo tendrás beneficios personales, como un mayor equilibrio, tranquilidad y serenidad, sino que despertarás nuevas capacidades y posibilidades que te darán una perspectiva diferente acerca de lo que haces y lo que podrías hacer.

Yo no soy psicólogo, ni pretendo serlo. Pero me consta que las técnicas que se utilizan para calmar la mente y centrarla en el presente conlleva muchos beneficios para las personas que las ponen en práctica. Y en mi terreno, el marketing estratégico, que ya de por si necesita mucha reflexión y análisis, sí puedo asegurarte que es una buena manera para generar ideas y conceptos nuevos que en otras circunstancias sería mucho más complejo de conseguir. La ventaja del verano es que tenemos tiempo para hacerlo y ninguna presión para conseguir resultados. Como te he comentado, verás que ese rato diario solo para ti te compensará con creces un muy poco tiempo. ¿Te parece posible lanzarte a ello?

Así que este verano descansa, disfruta con la gente que te importa, haz cosas que no puedes hacer durante el año y no olvides reservarte cada día ese espacio personal de tranquilidad y relajación. Y si surgen nuevas ideas o perspectivas, apúntalas inmediatamente. El verano es muy largo y luego en septiembre quizás no nos acordemos ya de nada. Es importante tomar nota de todo aquello que creamos interesante. Nunca se sabe. 😉

Si das el paso, como espero que hagas, en septiembre contarás con más armas y argumentos para iniciar el nuevo curso. Desde tu posición en la empresa, directivo, responsable, autónomo o empleado, tendrás quizás una visión diferente y alternativa de tu trabajo. Y es posible que alguna de las ideas o reflexiones veraniegas cristalicen en acciones o estrategias nuevas con más posibilidades de éxito. Y aunque no sea así, descubrirás una técnica que podrás poner en práctica todo el año, no solo en verano. ¡Eso ya es un éxito en toda regla!

¡Que tengas un buen verano! ☀️

 

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