Esta pregunta, que tantas veces he recomendado a muchos directivos de empresas que se hagan, ahora, por primera vez me la hago yo a mí mismo.
También nos podemos preguntar «para qué hago lo que hago», una versión más utilitarista de formular la cuestión. Pero, más allá de elegir la orientación de la pregunta, lo importante de hacerlo es saber las razones que justifican tus acciones y hacia donde te conducen. En el fondo, lo que estás realizando es un ejercicio de auto-análisis para saber la esencia de lo que inspira tu trabajo, si este tiene sentido y qué es lo que te aporta a ti y a aquellos con los que te relacionas.
Cuando planteo la pregunta a un directivo, dirigida a su negocio, lo que pretendo es que descubra la razón final, o real, de la existencia de su organización.
¿Por qué creo que es importante? Habría muchos motivos, todos ellos relevantes, pero, entre todos, quizás el más importante sea que la persona conozca la posición real de su empresa en el mercado, si aporta algo o no, si es de valor o no y si de verdad está consiguiendo la transformación o cambio que busca el público al que se dirige.
Y, de la misma forma, podría saber también qué sucedería si la empresa no existiera. ¿Habría algún impacto o efecto en el mercado? ¿Quedarían deseos por satisfacer en algunas personas? ¿O seguiría todo igual?
Ese es el valor de hacerse la pregunta.
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Pero volviendo a mi caso personal.
¿Por qué hago lo que hago?
Quizás la primera respuesta que me viene a la cabeza es «porque me gusta». Sí, es una respuesta seguramente simplista y obvia. ¡Cómo no gustarme lo que hago si es lo que he decidido hacer! Pues, al contrario de lo que se podría pensar, hay muchas personas que están haciendo cosas que no le gustan, muchas veces incluso aborrecen su trabajo. Por desgracia, es algo más habitual de lo que imaginamos.
Hacer tu trabajo porque te gusta, porque disfrutas y te sientes bien al desarrollarlo ya es un buen motivo para hacerlo, aunque posiblemente no sea el más importante. Para saber las razones subyacentes, las que están ocultas detrás de ese porqué, he tenido que reflexionar mucho más tiempo.
Para lograr una respuesta real he tenido que ir descendiendo poco a poco, desde lo más evidente y superficial -que no irrelevante- hasta llegar a lo que realmente alimenta mi trabajo diario y le da consistencia y sentido. Y todo tiene que ver con las personas con las que tengo la suerte de trabajar en proyectos comunes. Nada que no me esperase, ya que las personas son siempre la clave y el centro en cualquier faceta de la vida, personal o profesional, hoy todavía más en valor con la irrupción de la inteligencia artificial.
Sí, creo que no me equivoco. Las personas son la clave.
▶️ A la hora de contar con ellas en nuestras empresas.
▶️ Cuando diseñamos una estrategia de marketing y comunicación.
▶️ Cuando pensamos en un nuevo producto o servicio.
▶️ Cada vez que creamos una página web, un ecommerce, un servicio postventa, un packaging, un espacio de venta físico o un contenido.
▶️ Cuando intentamos detectar y solucionar los «puntos de dolor» del público al que queremos dirigirnos.
▶️ Y, por supuesto, cuando nos comunicamos e interactuamos.
Las personas y lo que a las personas les interesa son siempre el centro de todo. Por eso he llegado a lo que creo que son las respuestas «esenciales» a la pregunta que me hacía.
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Y son dos las razones que resumen -creo que con bastante ajuste a la realidad- por qué hago lo que hago.
1️⃣ La seguridad y confianza que adquieren las personas que tienen incertidumbres en sus negocios.
La inquietud y la inseguridad son sensaciones paralizantes, como sabemos todos aquellos que las hemos sufrido. Si en el terreno personal son emociones que dan lugar a angustia y preocupación, cuando diriges una empresa o negocio, son igualmente dañinas, en este caso afectando además a muchas otras personas, tanto emocional como económicamente.
Las personas en esta situación buscan la manera de contrarrestar estas sensaciones, Buscan las causas, las posibles soluciones y, cuando no encuentran cómo hacerlo, aparece la parálisis por no saber qué está pasando, menos aún cómo resolverlo.
La contribución de mi trabajo en estrategia de marketing y comunicación, más allá de trazar una senda para lograr los objetivos del negocio, tiene un efecto directo sobre el estado emocional de las personas que toman decisiones. Y son la seguridad y la confianza en lo que van a hacer los dos grandes efectos que produce.
Y eso da un sentido profundo a mi trabajo. Un sentido que explica parte de su porqué.
2️⃣ La segunda razón es compartida también con todas estas personas.
Acompaño a los clientes para que encuentren el mejor camino que los lleve a alcanzar sus anhelos y lograr la transformación y los cambios que buscan.
No es fácil trasmitir en unas líneas la sensación que produce conseguir logros compartidos. Siempre se dice que al recorrer un camino difícil y tortuoso con otras personas -un buen ejemplo es el Camino de Santiago- se forjan sólidas amistades. Pues bien, en el caso de proyectos de marketing y comunicación sucede lo mismo; todo lo que aprendemos juntos en el trayecto/ejecución nos une.
Y no hay mayor satisfacción que ver cómo he podido contribuir a que estas personas consigan ese cambio tan deseado. Esta sería la segunda gran razón que explica el porqué de mi trabajo.
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Y hay un efecto más, tan inesperado como gratificante. Cada día, sin excepción, aprendo conceptos, ideas, enseñanzas y conocimientos nuevos que «me regalan» los clientes -muchas veces sin saberlo- colaborando en sus proyectos.
Este es quizás un porqué muy singular, podría incluso tener cierto matiz «egoísta» dependiendo de cómo se interprete. Hago lo que hago porque al final consigo un impacto positivo para mí, por eso digo que puede parecer egoísta o interesado. Pero no es así.
«Para mí, lograr reducir la incertidumbre e intranquilidad, a la vez que ver cómo las personas logran el cambio que estaban buscando son razones suficientes para amar mi trabajo, con el que además disfruto. El efecto añadido de recibir de vuelta enseñanzas y conocimientos valiosos es solo el broche a todo lo demás. Si no los recibiera, estaría igual de satisfecho».
De todo esto podemos extraer algunas ideas prácticas.
📌 En tu vida personal piensa siempre en lo que puedes aportar a la gente con la que te relacionas, familia, amigos, conocidos…Intenta ponerte en su lugar y ver cómo puedes ayudarles a ser mejores en aquello que hagan o a enriquecer sus vidas.
📌 Y en el ámbito profesional, si tienes a tu cargo un negocio o empresa, si tienes clientes, piensa qué están buscando realmente, ayúdales a entenderlo y a descubrirlo y, si te es posible, acompáñalos en el camino para conseguirlo.
Verás que no hay mayor satisfacción que ver cómo esas personas lo logran.
Habrás descubierto el porqué de lo que haces.
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