Más bien por desgracia que por suerte, vivimos en una sociedad donde estamos constantemente comparando cosas, personas o situaciones. Confrontamos el coche del amigo con el nuestro, las vacaciones del vecino, el éxito profesional del compañero o la buena salud de los otros. Y llegamos a una conclusión que casi siempre es la misma…¡ellos están mejor que yo!
Aunque es la propia sociedad la que nos empuja a esta permanente comparación con los demás, no es menos cierto que también nosotros somos responsables de buscar siempre superar al de enfrente sea en el campo que sea. Y las redes sociales están siendo el altavoz y canal perfectos para difundir nuestros logros…y también para observar con cierta envidia los de los demás.
Ser mejor que los demás se ha convertido en un objetivo crucial para muchos, no importa que con ello no logremos crecimiento personal o mayores capacidades. Lo que realmente importa es superar al otro, ser más que él. Y en esta loca carrera por ser mejor que el vecino nos vamos dejando muchas cosas, la principal, la búsqueda de nuestros propios objetivos, y por el camino ignoramos las oportunidades que nos ofrece la vida para desarrollar de verdad nuestras capacidades.
¿Es entonces bueno o malo compararnos con los otros?
La mayoría de los psicólogos nos dirían que no es bueno compararse con los demás si ello conlleva una frustración por no lograr igualarlos o superarlos. Y nos contarían que tenemos que buscar nuestros propios retos, nuestro propio camino, que no es el de los otros. Además, hay que valorar todo lo bueno que tenemos, y no lamentarse por lo que no poseemos (y los otros sí). Nos explican en definitiva que cada persona tiene que trazar su propia ruta de crecimiento.
Yo no estoy completamente de acuerdo con lo anterior, y me explico. Si bien tenemos que ser capaces, de acuerdo con nuestras posibilidades y limitaciones, de ser dueños de nuestras decisiones, con independencia de lo que puedan hacer o no los demás, también es cierto que podemos fijarnos en las cosas buenas de los otros y aprender a aplicarlas a nuestra vida personal.
Piensa en estos ejemplos. Gandhi nos enseñó que se pueden lograr grandes cosas a través de la compasión, Stephen Hawking fue un ejemplo para todos los que, teniendo enfermedades graves, son capaces de desarrollar increíbles capacidades y Víctor Frankl, que la resiliencia puede ayudarnos a buscar nuestro propósito en la vida. Y hay muchos más ejemplos.
¿De verdad no podemos aprender nada de estas personas? ¿No es bueno compararse con ellos para aprovechar en nuestro beneficio sus buenas acciones? La respuesta creo que está clara. El mensaje fundamental es que no solo podemos, sino que debemos analizar en los demás aquellos factores que son importantes para la mejora como personas y ver si podemos aplicarlos a nuestra situación. Y nunca son cosas materiales, ¡qué casualidad!
¿Tiene sentido que compares tu pyme con otras?
Al igual que hacemos las personas, las empresas también están casi de forma constante analizando y comparándose con otras a las que supone su competencia. Cabe preguntarse si esto es bueno o malo.
Para empezar, muchas veces nos comparamos con quien no tiene sentido hacerlo. Creemos que la empresa X o la Y son la referencia en nuestro sector y tratamos de parecernos a ella lo más posible. En muchos casos, eso conduce a estrategias equivocadas. ¿Por qué? Por la razón que explicaba más arriba cuando me refería a las personas. Los objetivos, recursos y estrategias de una organización son exclusivos de ella misma. Nunca trates de hacer lo mismo. Lo que funciona en una empresa puede no servir en otra.
Otro error al compararse con otra pyme es no delimitar bien el mercado en el que está cada uno. ¿De verdad tu competencia es la que dices que es? ¿Tenéis el mismo tipo de clientes? ¿Productos similares? ¿Los mismos precios? Y, sobre todo, ¿compartís los mismos objetivos?
Si te comparas con empresas o mercados que no son realmente con los que compites lo más probable es que te equivoques en tu orientación estratégica. Por mucho que intentes incorporar prácticas, productos o estrategias de marketing de la competencia, no lograrás nada, excepto malgastar tiempo y recursos. Haz una reflexión previa…¿Cuál es realmente mi campo de batalla? Y mira ahí qué empresas están compitiendo. Esas sí son las que debes analizar.
La vigilancia competitiva, o lo que es lo mismo, estar pendiente de las empresas con las que compites, de sus cambios y del estado general del arte en tu sector, sí es una herramienta útil. De hecho, es imprescindible para saber cómo está y evoluciona tu sector.
Además, tienes una técnica todavía más poderosa para comparar tu pyme con otras similares a la tuya, que es el Benchmarking. Se trata de analizar diversos aspectos clave de tu organización y contrastarlos con los de las empresas de tu competencia que mejor lo estén haciendo. El objetivo, aprovechar las buenas prácticas de los mejores para incorporarlas a tu organización.
Para que tenga éxito el proceso debes compararte con pymes similares (en tamaño y recursos), por lo que te expliqué más arriba.
Un Benchmarking se puede hacer de común acuerdo con un grupo de empresas del mismo sector, en cuyo caso los beneficios se comparten por todos, o sin contar con nadie.
Yo tuve la ocasión de realizar para un cliente un Benchmarking sin contar con la competencia. El objetivo era conocer cómo enfocaba su estrategia comercial y de marketing un grupo de empresas del sector de la construcción en la zona norte de España. Se preparó un cuestionario con los puntos más relevantes que se querían analizar y se realizó un trabajo de campo durante dos semanas visitando a las empresas. Se orientó como un estudio de mercado.
El resultado del Benchmarking proporcionó a mi cliente una fotografía real de las prácticas comerciales y de marketing de sus competidores referencia. Posteriormente se valoró como mejorar en los aspectos que estaban funcionando en esas firmas, su posible aplicación al caso de mi cliente y los resultados esperados.
El resultado fue muy positivo. Permitió a mi cliente conocer sus puntos débiles frente a sus competidores y mejorar aquellos que estaban siendo exitosos en las otras firmas. Una manera directa de contribuir a ser una empresa más competitiva gracias a una comparación con las organizaciones similares que lo estaban haciendo bien.
Benchmarking acordado entre empresas.
En este caso, se ponen de acuerdo varias empresas del mismo sector para compartir sus buenas prácticas e implementarlas al todo el conjunto.
Hay muchos ejemplos, como es el caso de los puestos del mercado de abastos de Logroño, que se han unido para implantar un servicio de reparto a domicilio. Pero para mí los más eficaces a la hora de implementar mejoras son los Centros Tecnológicos.
El Centro Tecnológico del Calzado de La Rioja (CTCR) es un ejemplo. Las empresas fabricantes de calzado e industrias anexas de La Rioja han creado este centro con el objetivo de impulsar la mejora de la competitividad de las empresas del sector a través de la generación de valor añadido tanto en sus productos como en sus procesos productivos. Y lo hace realizando proyectos conjuntos en áreas muy diversas como la nanotecnología, la biomecánica o la mecánica y prototipado. Los beneficios de estos proyectos benefician directamente a los participantes en cada uno de ellos.
En otros casos, si no existe un Centro Tecnológico de tu sector, puede ser una oportunidad para que tu empresa impulse su creación. Fue lo que propuse a un cliente del sector de la construcción y que culminó con el nacimiento de ARIC, la Asociación Riojana para la Innovación Constructiva.
Como ves, la colaboración entre empresas, en este caso para buscar mejoras comunes, es una buena forma de sacar partido a una comparación entre ellas. Más allá de que tengan que competir, con productos y servicios diferenciados, benefician a todo el sector, lo que a la postre les generará más crecimiento global.
Entonces…¿es bueno o no que me fije en otras pymes?
La respuesta la tienes en tu mano, después de las claves que te he dado. Solo debes plantearte las preguntas adecuadas…
- ¿Estoy haciendo bien las cosas o podría hacerlo mejor?
- ¿Qué pymes lo están haciendo bien y por qué? ¿Son como yo? ¿Competimos realmente entre nosotros?
- ¿Cómo puedo saber lo que hacen bien?
- ¿Se pueden aplicar de alguna manera sus buenas prácticas a mi propia empresa?
- ¿Es mejor analizarlo por mí mismo o puedo contar con su colaboración?
- ¿Existe alguna asociación o centro tecnológico en mi sector? ¿Puedo impulsarlo yo?
- ¿Qué objetivos busco?
- ¿Puedo dedicar tiempo y recursos a implementar las mejoras?
Dependiendo de tus respuestas, de tu situación actual y de tus capacidades puedes optar a una comparación beneficiosa para tu empresa o unirte a una asociación o clúster (que siempre recomiendo a mis clientes).
Y sí. Si me preguntas si es bueno compararse con otras pymes la respuesta es: ¡Siempre! Hacerlo con criterio y con buenos fines es también obligatorio. No puedes desconocer lo que funciona en tu sector y lo que hace bien tu competencia. Les estarás dando una ventaja innecesaria. Por eso analiza, compara y saca tus propias conclusiones.