Conseguir un objetivo en cualquier ámbito de la vida requiere siempre una planificación. No es posible llegar a una meta sin saber antes cual es el camino que hay que seguir y como lo vamos a recorrer.
Te pongo un ejemplo. Después de mucho tiempo intentándolo, decides por fin dejar de fumar. Ahora bien, sabiendo que el asunto no es fácil, esta vez te marcas una estrategia previa. ¿Es mejor dejarlo de un día para otro o es preferible ir disminuyendo poco a poco el consumo? Después de pensarlo bien, y como no estás muy convencido de tu fortaleza, decides ir poco a poco reduciendo el tabaco para, en seis meses, dejarlo del todo. Te podrá funcionar o no, pero ya tienes un plan y un camino para llevarlo a cabo.
En casi todos las facetas de nuestra vida tenemos que planificar una estrategia para conseguir unas metas, y en el ámbito empresarial son imprescindibles, aunque los modelos que adoptan pueden ser muy diferentes, como también lo son los objetivos. Cada modelo tiene sus ventajas y sus defectos, la clave está en elegir el sistema que sea más efectivo para cada caso particular. Por eso es importante que elijas bien tu modelo estratégico.
La Fórmula 1 vs Tour de Francia: estrategias y resultados.
No soy un experto en la categoría reina del automovilismo, aunque sí conozco lo básico.
Es un deporte individual.
El objetivo en cada prueba del campeonato es lograr la victoria.
El objetivo global es acabar lo más alto posible de la clasificación.
El horizonte temporal abarca casi un año.
Las estrategias utilizadas (paradas en boxes, neumáticos…) cambian en cada carrera.
En cuanto al Tour de Francia:
Es una carrera de equipos, aunque hay un líder en cada uno.
El objetivo de cada etapa no tiene por qué ser ganarla.
El objetivo global es acabar lo más alto en la clasificación (individual y por equipos).
El horizonte temporal es unas semanas.
Se parte de una estrategia general para todo el Tour (se conoce el recorrido) que suele ir retocándose a lo largo de la carrera.
Las diferencias fundamentales parten del peso del líder frente al del equipo. En el Tour de Francia la victoria no es solo del líder, sino de todo el equipo que trabaja con y para él. En el caso de la Fórmula 1, el piloto, aunque cuenta con un equipo de apoyo, es el protagonista absoluto del triunfo.
Además, la Fórmula 1 exige una estrategia para cada carrera, aunque el objetivo final esté a más largo plazo. Eso sí, se necesitan resultados en cada prueba.
El Tour de Francia, por su naturaleza, necesita de una estrategia para toda la carrera, y resultados al final de esta, no necesariamente en cada etapa. De hecho, no es la primera vez que un corredor gana el Tour sin haber ganado una sola etapa.
Lo que hace que ambos modelos sean diferentes es la naturaleza del deporte. Todos buscan resultados, pero los caminos llevan para lograrlos son muy diferentes.
¿Y las empresas?
En las empresas podemos ver también este tipo de liderazgos y estrategias. Elon Musk, Jeff Bezos o Steve Jobs son conocidos ejemplos donde la persona que dirige es a la vez la que encarna sus éxitos. Por el contrario, Disney, Starbucks o Coca-Cola son ejemplos de empresas donde no se atribuye el éxito a ningún líder, más bien a todo un complejo equipo de personas que trabajan de forma coordinada.
Sin embargo, a pesar de lo que pueda parecer, un líder no conseguiría sus objetivos sin rodearse de un buen equipo (esto lo saben bien los ciclistas). Y, al contrario, es difícil que un equipo, por bueno que sea, logre resultados sin que lo dirija una persona con capacidad.
También hay empresas que buscan objetivos a muy corto plazo como ganar una cuota de mercado rápida o dar a conocer un producto o servicio con un lanzamiento agresivo. Es el caso, por ejemplo, de las startups, que necesitan ganar carreras parciales durante un período más o menos largo para introducirse en el mercado.
Y en el otro extremo están las pymes que confían más en una estrategia de construcción de marca a lo largo del tiempo. No necesitan obligatoriamente ganar etapas, entendiendo que su modelo de negocio es a largo plazo. Centran sus esfuerzos en trasmitir una imagen positiva de su organización, aunque puedan hacer acciones agresivas de vez en cuando. Tenemos muchos ejemplos de este tipo de estrategias, como son las de Balay, Nescafé, Microsoft o Zara.
Te preguntarás ahora qué estrategia es mejor y como puedes utilizarla en el caso de tu pyme…
¿Y tu pyme? ¿Es mejor competir en un Tour de Francia o en el Campeonato del mundo del Fórmula 1?
¡La respuesta ya te la he dicho! Dependerá fundamentalmente del tipo de empresa que seas y el sector en el que te encuentres. Vamos por partes.
Liderazgo.
¿Es mejor una empresa centrada en los equipos o en un líder que acumule toda la capacidad de decisión? La respuesta no es fácil. Dependerá del tipo de persona que lidere la organización. Muchas veces, esta persona es el valor más preciado de la empresa, y el que impulsa su crecimiento. Sabe además rodearse de equipos a su medida para que transiten por el camino que este les marca.
Sin embargo, hay pocos líderes así. Normalmente son visionarios que buscan conseguir hacer realidad un proyecto que tienen en mente. Y si no tienen un plan de sucesión adecuado suelen dejar la empresa con un vacío muy grande. ¿Qué pasaría si mañana Elon Musk dejara sus empresas? ¿Y si Juan Roig abandona Mercadona? ¿O Isak Andic Mango? Las empresas no serían las mismas, no digo mejor o peor, pero si distintas.
Las estrategias basadas en equipos que pueden incluso tomar decisiones, aunque compartan objetivos comunes, suelen durar más en el tiempo. Los equipos se van renovando y, si la empresa tiene una buena gestión de captación y retención de los mejores profesionales, aunque pase el tiempo, la estabilidad está garantizada. Eso sí, también necesitan una persona que los coordine, no un líder autocrático o carismático, sino orientado a las personas y participativo.
Analiza tu caso particular preguntándote primero cómo quieres que sea tu empresa. ¿Cuentas con personas valiosas? ¿Qué valor das a tus equipos? ¿Aportas algo diferencial y de valor en tu puesto? ¿Serías más eficaz haciendo otras actividades?
Cada estilo tiene sus ventajas e inconvenientes, de hecho, en la realidad se suelen combinar varios tipos de liderazgo. La clave que te puedo dar para orientarte es que analices tu potencial como profesional y el de tus personas. Y, en función de lo que cada parte pueda aportar, darle mayor o menor protagonismo en la toma de decisiones. Recuerda que no todo tiene que ser blanco o negro, puedes combinar los estilos según tu criterio.
Estrategias.
¿Puede tu empresa dedicar sus esfuerzos principales a generar una marca conocida y reconocida? ¿Necesitas cumplir con objetivos a corto? ¿Te encuentras en un mercado maduro o más bien cambiante en el tiempo? ¿Estás en un mercado B2B, B2C o ambos? En definitiva… ¿tienes que generar estrategias diferentes por necesidad de tu negocio o por imposiciones del sector?
Estos son los tipos de preguntas que tienes que hacerte para poder determinar si correrás con un fórmula 1 o una bicicleta.
Mi opinión es que invertir en la marca es invertir en el futuro de la organización. Al final, los clientes buscan confianza y seguridad, algo que solo se consigue a lo largo del tiempo y con mucho esfuerzo. Si te dedicas al mercado B2B entenderás perfectamente a que me estoy refiriendo, pero también es aplicable si te diriges a cliente final.
Si estás en un sector donde la innovación o la tecnología son críticos tendrás que pensar en estrategias a más corto plazo. Tendrás que anticipar los cambios que esperas con estrategias de muy rápida planificación y ejecución para poder ganar las carreras que se vayan presentando.
Aunque tengas una visión a largo plazo, cada cambio en el mercado te obligará a generar una nueva estrategia. Los sectores como el químico, el farmacéutico, las telecomunicaciones, el entretenimiento o incluso el alimentario cuentan con empresas que son muy activas en sus estrategias, casi siempre basadas en la innovación.
Y luego están los sectores más estables, como pueden ser el vitivinícola, el textil, la construcción, el automóvil o el turismo. No quiero decir con esto que no cuenten con componentes innovadores, pero son más de participar en un Tour que en la Fórmula 1. Tienen una visión más a medio y largo plazo y no suelen estar condicionados por cambios drásticos que les obliguen a variar de estrategia cada poco.
En todo caso, no solo tendrás que valorar la parte interna de tu pyme o tu sector de actividad. Debes de tener en cuenta, entre otros puntos:
- El ciclo de vida en el que se encuentre tu empresa (nacimiento, crecimiento, estabilidad…).
- Los objetivos que tienes (corto y medio/largo plazo) y cuáles son los prioritarios.
- La capacidad para invertir en la marca de forma sostenida.
- El tipo de cliente al que te diriges.
- El tipo de producto/servicio que ofreces (compra única o recurrente, valor añadido, tiempo de desarrollo…).
No te lances a todo sin saber lo que necesitas. El tipo de liderazgo y el modelo de estrategias dependen de muchos factores y lo que elijas tendrá un efecto en los resultados. Por eso, una auditoría estratégica te dará las claves de lo que puedes necesitar, que muchas veces no es lo que esperabas.
No olvides que puedes combinar la Fórmula 1 y el Tour. Puedes tener estrategias variables combinadas con un estilo de dirección participativa. O una estrategia a largo plazo basada en una dirección centrada en el líder. Todo dependerá de lo que seas como empresa y el terreno donde tengas que competir. Lo importante es tener un camino claro y nítido que te lleve a cumplir tus objetivos.
Entonces… ¿Te vas a poner casco o maillot?
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