El bueno, el feo y el malo: spaguetti western en tu empresa.

Estos días, debido a ciertas cosas que he podido vivir en primera persona, me ha venido a la cabeza la película de Sergio Leone “El bueno, el feo, el malo”, supongo que la conoceréis bien, pues se estrenó en 1966. ¿Por qué me he acordado de este western? La verdad, es que los protagonistas reflejan muy bien las diferentes personalidades que conviven en una empresa, donde siempre coexisten perfiles muy definidos. Los tres pistoleros son arquetipos que tu mismo puedes identificar en tu organización, a poco que te fijes un poco. Y esto tiene consecuencias en la cultura de la empresa, y en el despliegue de la estrategia.

En la película, el trío protagonista tienen un objetivo común, hacerse con un tesoro de monedas de oro escondido. En una pyme cualquiera, la meta es conseguir sus objetivos estratégicos: cuota de mercado, ventas o conquista de nuevos mercados. Ante un mismo reto, las personas, con información parcial, pueden tomar decisiones y actitudes muy diferentes, poniendo en peligro el objetivo común. Y, como sucede en la película, la cosa puede acabar muy mal.

 

El Bueno: no tiene malas intenciones, pero su actitud perjudica al conjunto de la empresa.

Empecemos por El Bueno, en la película Clint Eastwood. Se dice de él que es un cazarrecompensas que quiere conseguir dinero para ir tirando. ¿Quién no reconoce en su empresa al directivo o mando intermedio que busca siempre la manera más fácil y rápida de conseguir sus objetivos? Muchas veces estos objetivos son personales, como lograr escalar en el organigrama, conseguir los favores del inmediato superior o incluso conseguir una venta rápida.

En principio no parece peligroso, pero bajo una fachada de buena presencia y modales suelen al final descubrir sus oscuras intenciones. Ojo si te lo encuentras como compañero de departamento…o jefe. Recuerdo un director comercial que, siempre con buenas palabras, me animaba a desarrollar mi trabajo con excesivo entusiasmo. Con el tiempo, logró de mí grandes resultados…que luego se atribuyó a él mismo ante el director general. Es solo un ejemplo, seguro que tú puedes encontrar otros más, vividos por ti o por personas de tu entorno.

Hay que tener la máxima prevención frente a estos encantadores de serpientes. El bueno de la película puede ser el mayor de los villanos.

 

 

El Feo: hará todo lo posible por mantenerse a flote en su estatus dentro de la organización.

Eli Wallach encarna a El Feo, una persona que lo único que quiere es sobrevivir, aunque viva al margen de la ley, y para ello hará todo lo que sea necesario.

En cualquier empresa siempre habrá alguien que, a diferencia de la aparentemente buena presencia y modales de El Bueno, carece de buena imagen. Suele trabajar en la sombra, pero su actividad no pasa despercibida porque tiene consecuencias visibles para el conjunto de la empresa.

Uno de los ejemplos más claros del modus operandi de este perfil es cuando se sabotea el trabajo de otra persona para impedirle conseguir objetivos. El caso más flagrante se da cuando es el inmediato superior el que, advirtiendo que su subordinado tiene más capacidad que él, va minando su moral hasta que consigue que este deje su puesto o sea despedido. El jefe mantiene su posición a costa de que la empresa pierda un activo muy valioso.

También verás a este tipo de personas en algunos directores financieros que paralizan algunas inversiones o gastos, responsables de logística que ponen pegas a unas entregas o incluso secretarias que filtran información. Conocí una empresa donde varios feos se unieron para impedir que, desde la dirección general, se implantara un sistema de trabajo por objetivos, recomendado por consultoras externas. El motivo: estaban muy cómodos sin necesidad de tener que adaptarse a nuevas herramientas de trabajo. Al final lograron su propósito…a costa de frenar la modernización de la compañía.

 

El Malo: personas siniestras que tendremos que evitar tener en nuestra empresa.

Lee Van Cleef encarna a El Malo del film, un asesino despiadado que no dudará en llevarse por delante a quien le impida conseguir lo que quiere.

Seguro que, para ti, El Malo de tu empresa es tu inmediato superior, o el director general en su caso. ¿Me equivoco? Es lo más fácil, pensar en tu jefe como el más siniestro de todos con los que tienes que tratar. Y sí, puede ser que tengas un jefe muy malo, pero te invito a que lo pongas en perspectiva. Una persona exigente, que pida dedicación, esfuerzo y resultados no tiene porque ser mala. El Malo de la película es un verdadero asesino, está dispuesto a todo para conseguir sus objetivos y, sinceramente, no veo a muchos jefes o directores con este perfil.

Las personas como Lee Van Cleef en la película de Sergio Leone suelen ser, por fortuna, escasas en las organizaciones. De otra manera, si no son expulsadas de la misma, la propia empresa no sobreviviría. Pero en las que todavía subsisten, condenan a toda la organización a una desaparición a un plazo no muy largo.

Hay un tipo de profesionales que son especialistas en utilizar las organizaciones como plataforma para impulsarse hacia retos mayores (empresas mejores, más poder, más remuneración…), que incluso, si la propiedad de la empresa no los detecta a tiempo, son capaces de dejar la compañía en cuadro, antes de su partida hacia otro destino mejor.

Por otra parte, la competencia que existe actualmente por destacar en las organizaciones está fomentando el individualismo en los puestos de trabajo, como forma de sobresalir frente a resto de compañeros. En algunos casos, si desde arriba no se detecta, puede generar un clima empresarial negativo, y eso se traduce en una peor gestión general. La forma de evitarlo es fomentar el trabajo en equipo y, a ser posible, multidisciplinar. Promover proyectos que impliquen una colaboración transversal de los diferentes departamentos, de tal forma que los logros que se consigan se atribuyan al conjunto de la organización. Google descubrió con un profundo estudio de dinámicas de grupo que el secreto para la productividad en grupo estaba en la interacción entre las partes del equipo y no en los elementos que lo forman. Una conclusión que deberíamos tener en cuenta en nuestras empresas.

(Foto: José Javier Martin Espartosa)

La Cultura Empresarial pone orden en la ciudad sin ley

Tener en una empresa a gente como El Bueno, El Feo o El Malo, como he señalado, suele traer problemas, algunos subsanables y otros con un impacto de mayores consecuencias. Hace falta un sheriff, un líder que sea capaz de aglutinar a personas y equipos de distinta naturaleza bajo una misión común.

En la base de todo ello se encuentra la cultura empresarial, un elemento que es tan necesario para la cohesión de la organización como para la elaboración de estrategias con éxito. La cultura de la empresa es el conjunto de valores, ideas y comportamientos que comparten conjuntamente todos los miembros de una organización. La cultura empresarial determina entonces qué es lo que los define como grupo y la manera de actuar tanto internamente como con el exterior. Si esta cultura está arraigada y asumida por todo el equipo, tendremos a una empresa alineada con una estrategia única, lo que la hace más consistente y poderosa. A su vez, este pegamento evita que algunos miembros de la empresa puedan actuar en contra del bien común, pues serían inmediatamente detectados y expulsados.

Crear una cultura de empresa es pues un elemento clave para que esta funcione de manera coordinada. Al fin y al cabo, será lo que el mercado perciba cuando interactuemos en él (relaciones con clientes, redes sociales, eventos, publicidad, comunicación corporativa…).

Dirigido por un líder y con el bagaje de una cultura de empresa sólida, reinará la Ley en la ciudad, y se evitarán situaciones individuales perniciosas. Para que veas la importancia de la cultura en la empresa, tienes por ejemplo el caso de la empresa Disney, que basa su estrategia en lograr la felicidad de sus clientes, y ello parte de una estructura donde este elemento, la felicidad, está en la base de la organización. Todos sus empleados lo conocen y lo viven en su día a día, orientando su trabajo con esta premisa. Y con resultados, como bien sabes.

Mercadona es otro ejemplo que suelo poner como empresa que utiliza con éxito una cultura empresarial muy sólida. En este caso, el valor fundamental es el Cliente o, como suelen referirse a él todos, el Jefe. Teniendo en cuenta que el Jefe de la empresa son los clientes, no es extraño que la alineación estratégica tenga éxito.

Y en Cataluña está Mr. Wonderful, una firma de objetos de diseño con una cultura basada en la alegría y humor. Esta orientación está presente en toda su organización, y es trasmitida con éxito a su amplia comunidad de clientes y seguidores.

 

Como ves, evitar que tu pyme se convierta en un spaguetti western está a tu alcance. Lo principal es contar con un liderazgo fuerte que fomente el trabajo en equipo, las recompensas por logros, el crecimiento personal de las personas, la empatía y una cultura empresarial muy definida. Es un trabajo diario, nunca se acaba. Bajar la guardia sería dejar abierta la posibilidad a que aparecieran pistoleros en busca de fortuna. Un buen sheriff siempre está alerta. Y por parte de las personas, tienen que sentirse importantes en la estructura, como parte de un equipo en el que todos tienen una función clave, pero que no son nada sin el resto.

¿Tienes ya una cultura definida en tu organización? Hazte la pregunta y obra en consecuencia.

Créditos:

Imágenes de Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach cortesía de Timothy Anderson, https://timothyandersondesign.com/. (Thanks Tim!!).

 

 

 

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