Henry Ford siempre será recordado por ser el pionero en democratizar el acceso al automóvil con su exitoso modelo T. Pero pocos saben que estuvo a punto de llevar a la bancarrota a su propia empresa precisamente por ello.
Desde 1908 hasta 1927 el modelo T fue hegemónico en Norteamérica, donde llegaron a ser más de la mitad de todos los vehículos. Asequible a todo tipo de público, pensó Henry Ford ¿por qué cambiarlo?
Hasta que no le hicieron ver que estaba perdiendo terreno frente a competidores como General Motors o Chrysler, con modelos más modernos, no dio su brazo a torcer. Finalmente, en 1927 apareció el Ford modelo A, el segundo de la marca.
Es curioso como un visionario como Henry Ford, que entre otras cosas fue pionero en atracción de los mejores profesionales a sus fábricas, cadenas de producción optimizadas con integración vertical de la cadena de valor o una publicidad masiva en medios de comunicación, cometiera ese error estratégico.
Y es que la estrategia está en el centro de cualquier proyecto o negocio. Y, como nos enseña la historia de Henry Ford, cuando se está en la cima quizás es cuando más necesaria se hace.
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A pesar de que la historia de las empresas nos enseña el valor de una dirección estratégica bien orientada, mi impresión es que su aplicación real en las pymes cada vez es menos relevante. Mientras, parece que las acciones a corto plazo, meramente operativas, van ganando terreno.
Esto es así en parte por la falta de conocimiento sobre lo que es y para qué sirve la dirección estratégica en las organizaciones, y también por la escasez de verdaderos profesionales que entiendan y sepan implementarla.
La dirección estratégica es la que define las líneas maestras por las que debe regirse la empresa en el corto, medio y largo plazo.
Se ocupa de analizar lo que pasa dentro y fuera de nuestra organización, de preguntarse qué queremos ser y hacer, pensar cómo lo vamos a lograr, ponerlo en marcha y ver cómo nos va.
Para hacerlo bien se necesita tener una visión amplia y abierta de la organización, dejando aparcado el día a día y estar abiertos al cambio.
Pero definir y dar forma a una estrategia no es viable si antes no tenemos unos principios asentados en la empresa:
Una visión clara y compartida de la misión, los valores y los objetivos de la empresa.
Una cultura organizacional que fomente el compromiso, la colaboración, el aprendizaje y la mejora continua.
Una gestión adecuada el talento humano. Atraer, retener y motivar a los empleados, y fomentar su desarrollo profesional y personal.
Una política abierta a las alianzas estratégicas con proveedores, socios y clientes que potencien el crecimiento y la competitividad.
El fomento de la innovación y la creatividad en todos los niveles de la organización.
Lo que nos lleva a la conclusión de que es imprescindible la figura de un líder que sea capaz de involucrar a toda la organización en la estrategia común.
Si a los requisitos previos que debe tener la empresa para una dirección estratégica eficaz le unimos la necesidad de un buen liderazgo, podemos comprender la razón por la que esta área empresarial está tan olvidada ¡siendo la más importante!
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En el terreno del marketing y la comunicación sucede lo mismo.
Hoy solo vemos acciones de marketing y comunicación aisladas de la estrategia de negocio, acciones que se idean y se ponen en marcha en pocos días esperando grandes resultados en el cortísimo plazo.
Resultados que pocas veces llegan.
Hay muchísimas personas y empresas que te dirán que el marketing digital es rápido, barato y eficaz. Y que los resultados llegan pronto. O que una campaña de tres meses en un medio de comunicación te dará la visibilidad de marca que buscas. O también que una promoción agresiva en un canal te hará aumentar las ventas.
Lo que nadie te planteará, porque no es su campo, es que tu organización transite por una senda de crecimiento y rentabilidad en los próximos años. No lo pueden decir porque su visión de negocio es limitada, no contemplan la totalidad de aspectos que influyen en él y solo ven su limitada área de actuación.
No verán necesario una cultura de empresa sólida y compartida, una buena gestión del talento o unas alianzas estratégicas con otras organizaciones.
Y desde luego que no les importará que no exista un buen liderazgo en la empresa. Yo creo que ni se lo preguntarán.
Lo único que necesitan es saber lo que vendes y a quién. Con eso ya son capaces de armarte una campaña de marketing y comunicación en dos días.
Te venden estrategia de marketing cuando lo que realmente te ofrecen es una acción de marketing y comunicación.
La ceguera estratégica en todo su esplendor.
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Las batallas se ganan o pierden antes de disparar la primera bala. Napoleón Bonaparte
Hoy es más necesario que nunca que la dirección estratégica vuelva a estar en centro de las pymes. Contar con buenos profesionales que sepan tener una visión de negocio tan amplia como sea posible, que apuesten por unos valores de marca diferenciales y duraderos y que dispongan de líderes a la altura.
La visión estratégica del negocio evita dar palos de ciego cuando intentamos que la empresa prospere y también reduce incertidumbres y posibles sesgos cognitivos a la hora de tomar las decisiones.
El modelo T tuvo éxito porque estaba basado en una orientación de negocio muy bien estructurada, no fue una improvisación o fruto de un golpe de suerte.
Henry Ford planificó perfectamente el lanzamiento de su vehículo tras estudiar el mercado, las necesidades del usuario y las posibles vías para producirlo. Tenía en la cabeza un plan perfectamente diseñado para lograrlo.
Su error tras el éxito quizás fue no perseverar en una dirección estratégica que había dado buenos resultados. No supo -o no quiso- ver los cambios en el mercado, aunque reaccionó en el límite para salvar la compañía y convertirla con los años en una de las más importantes del mundo.
Si hoy muchas pymes se encuentran desorientadas y sin encontrar un camino firme por donde desarrollarse, es quizás por la falta de una visión estratégica.
Por suerte, la dirección estratégica sigue viva en muchas empresas, que están sirviendo de punta de lanza a otras muchas para que vuelva a estar en el corazón del negocio.
Amplitud de miras, liderazgo y buenos profesionales. Por aquí se comienza a construir una estrategia en las pymes.
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