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Pago por Uso: moda, tendencia…, ¿nuevo nicho de negocio?

Seguramente estarás notando que cada vez existen más productos y servicios que no solo comercializan a través del clásico sistema de venta, sino que también se ofrecen en alquiler. Tradicionalmente, el alquiler ha estado unido a la prestación de un servicio, dado que este se disfrutaba por un período concreto y limitado, por ejemplo, una habitación de hotel. Poco a poco, la fórmula del alquiler ha ido ganando peso en otros sectores donde la compra era la forma más habitual de disfrutar del producto y hoy, gracias a los nuevos hábitos de consumo y a las nuevas tecnologías, el alquiler -hoy llamado pago por uso– está presente en prácticamente cualquier área de negocio. ¿Por qué está pasando?

El pago por uso en las empresas: flexibilidad y reducción de costes.

Si nos centramos en el terreno de las empresas, el avance de los productos y servicios con la fórmula del pago por uso ha sido espectacular. Prácticamente no hay un área funcional de la organización en las que no exista esta fórmula. Te doy algunos ejemplos:

  • Servicios de impresión: pago por número de páginas impresas. Impresora y mantenimientos incluidos.
  • Flotas de vehículos: se gestiona a través de renting.
  • Equipos informáticos y telefonía.
  • Software de gestión empresarial (ERP/CRM): pago por usuario/mes (modelo SaaS).
  • Recursos Humanos: utilización de empresas de trabajo temporal para cubrir puntas de trabajo o bajas laborales.
  • Asesorías y servicios jurídicos.
  • Servicios de marketing y comunicación: outsourcing de este departamento, a través de un precio por hora o una iguala mensual con una consultora externa.
  • Logística: distribución especializada. Se factura por volumen.
  • Área Comercial: contratación por horas, días o meses de equipos de ventas especializados.
  • Producción: externalización de la misma. Se factura por horas máquina utilizadas.
  • Etc…

Las ventajas para la empresa son evidentes:

  • Conversión de costes fijos en variables: más flexibilidad para adaptarse a los cambios en el mercado.
  • Disponibilidad de la última tecnología o avance en el producto o servicio contratado.
  • Más capacidad para invertir recursos en los activos más rentables.
  • Seguridad: siempre se dispone del producto/servicio, sin paradas por mantenimientos o por falta de capacidad para sustituirlo de forma rápida y efectiva.

 

En definitiva, la empresa puede centrar toda su atención y recursos en lo que mejor sabe hacer (cada una tendrá su core business) y liberar esfuerzos que no aportan valor a través de la fórmula del pago por uso que además, como hemos visto, le aportan grandes ventajas.

El pago por uso del consumidor: más libertad y acceso a nuevos productos y servicios.

Desde la óptica de los consumidores también se está produciendo este transvase desde la adquisición hacia el uso. Las claves en esta nueva tendencia son, por un lado, los nuevos hábitos de los jóvenes, que no tienen el apego a la propiedad característico de las generaciones anteriores, sumado al hecho de que, al pagar solo por el uso efectivo del producto, libera recursos de sus ingresos para poder destinarlos a otras cosas. El uso intensivo de la tecnología les faculta para tener información de todo aquello que les interesa y contratar en cada momento lo que necesitan. Este sistema les da libertad de elección, sin ataduras ni hipotecas. Un ejemplo de esto es por ejemplo el servicio de música en streaming Spotify, que ha triunfado en este segmento. Lejos quedan ya las visitas a las tiendas de discos para adquirir el último éxito de nuestro grupo favorito.

Pagar por el uso de un producto es una fórmula que convence a los millennials. No compran una vivienda, prefieren alquilarla, eligen Netflix frente a ir al cine y, sorpréndete, prefieren solucionar los problemas de movilidad (urbana o no) alquilando un vehículo eléctrico o una bicicleta antes que adquirir un vehículo en propiedad. Una opción que, además es más respetuosa con el medioambiente, una de las grandes preocupaciones de este nicho de edad. Su lema es, lo quiero, lo pago, lo uso, lo devuelvo. Esta filosofía y nuevo hábito de vida les permite además acceder a productos y servicios que nunca podrían disfrutar bajo la fórmula de compra.

Las últimas empresas que se están sumando a la oferta de productos bajo el sistema de pago por uso dirigida al público joven se encuentran en los sectores de la decoración y la moda. Un ejemplo es la firma Ecodicta, que ofrece una innovadora propuesta para ir renovando el vestuario por una asequible cuota mensual, dependiendo del número de prendas que “alquiles”. La empresa automovilística Mini, por otra parte, ha lanzado su servicio Mini On Demand, o lo que es lo mismo, disfruta de un modelo de la marca y paga por el uso que le des.

Piensa en tu negocio ¿pagarían por usar tu producto?

Todas las señales apuntan a que estamos ante el despegue de una nueva fórmula de consumo que poco a poco irá adquiriendo más protagonismo en todo el mundo. La cuestión, desde el punto de vista del marketing estratégico es saber si es posible aprovechar esta tendencia desde el punto de vista de tu pyme. Y puedes pensar en estas tres posibilidades:

  • Analizar que áreas de tu empresa puedes “externalizar” a través de un modelo de pago por uso. Como has visto, todas las áreas de la organización pueden encajar en este sistema. Quédate con lo que es estratégico en tu cadena de valor y plantéate cambiar lo demás. Ya has visto las ventajas.

 

  • Valora si tu modelo de negocio actual puede ser ofertado bajo el modelo de pago por uso. Si es así, piensa si puede ser atractivo para tus clientes y establece una estrategia comercial y de comunicación para lanzarlo.

 

  • Si tu modelo de negocio actual no se puede ofrecer con esta fórmula, analiza qué productos o servicios complementarios puedes ofrecer en modalidad de pago por uso. Esto te puede ayudar a comercializar mejor tus productos actuales ofreciendo además un servicio más completo a tu cliente.

 

Como consultor de marketing y comunicación estratégicos, mi propio servicio se puede considerar de pago por uso. Las empresas con las que colaboro tienen a su disposición un profesional cualificado sin asumir un coste fijo estructural por tener un departamento de marketing. O también pueden solicitar los servicios externos de consultoría como refuerzo de un departamento de marketing y comunicación ya existente. En ambos casos, la clave es disponer del servicio y pagar solo lo que se necesita y cuando se necesita.

¿Te parece una tendencia que se consolidará? ¿Es una moda pasajera? ¿Te vas a plantear sumarte al pago por uso?

Como siempre, si te ha gustado este post, envíalo a quien creas que le puede interesar. ¡Y espero tus comentarios!

Convertir Clientes en Prescriptores Mejor Estrategia de Marketing Fidelización

Cinco claves para convertir a un cliente en un prescriptor de tu producto y empresa.

«La orientación al cliente comienza con el reconocimiento de que las experiencias son propiedad de los clientes». (Brian Solis)

Según un estudio de Nielsen realizado en toda Europa, el 78% de los encuestados confían total o parcialmente en las recomendaciones de personas que conoce (familiares y amigos), y más de un 60 % confían en las opiniones publicadas online por los consumidores.

Por el contrario, un cliente con una mala experiencia se la comunicará a unas 9 personas de forma voluntaria, mientras que un consumidor satisfecho lo transmitirá a unas 4.

¿Qué nos están diciendo estos datos? Primero, que los consumidores confían más en otros consumidores que en lo que nosotros podamos decir de nuestros propios productos o servicios. Segundo, que una mala experiencia con nuestros productos impacta más en nuestro público objetivo que una buena. Traducido a términos de marketing y comunicación: hay que centrar nuestros esfuerzos en lograr una satisfacción plena de nuestros clientes y conseguir, si es posible, que se identifiquen con nuestra marca -y valores- hasta el punto de recomendarla en su entorno, ya sea este físico (boca-oreja) o digital (redes sociales, blogs reviews u opiniones en portales especializados). Voy a darte de forma breve cinco maneras o estrategias con los que conseguir que tus clientes pasen de ser solo compradores a embajadores activos de tu marca.

 

1.La satisfacción de tu cliente es un paso previo para convertirlo en prescriptor.

 

Si quieres conseguir que tu cliente hable de ti positivamente tienes que lograr una fidelización del mismo. Esto no solo es que consigas unas ventas recurrentes, sino que la imagen que tu cliente tenga de ti sea la de un “experto” en el producto o solución que ofreces. Es una fase más allá del cliente de compra recurrente. Implica que tienes ya la categoría de “expertise” en tu especialidad. Yo siempre pongo el ejemplo de Gillette, una empresa que es todo un referente en el cuidado del

afeitado masculino (aunque ya se ha introducido también en el femenino). Es más que una firma que fabrica sistemas de afeitado. Hoy, esta empresa es la que más sabe sobre los problemas y soluciones del afeitado masculino del mundo, gracias a sua más de 100 años de constante I+D en este terreno. ¿Alguien puede dudar de sus productos cuando tarda más de 5 años en lanzar un nuevo sistema de afeitado? Un auténtico “expertize” del afeitado masculino. Los clientes de Gillette son fieles a la marca: una vez que compran, confían siempre en que la siguiente evolución de sus maquinillas sean siempre las más avanzadas del mundo. Han conseguido una fidelización perfecta.

El viaje del cliente hacia su destino como prescriptor empieza en la captación. No olvides nunca los pasos necesarios que tiene que dar tu empresa antes de llegar a la meta. Te recomiendo mi entrada anterior sobre este tema, si no la has leído antes,

 

2. Entender las diferentes motivaciones de compra de tu cliente te ayudará a convertirlo en un “Brand advocator».

 

Analiza qué estás proporcionando a tu cliente. ¡Ojo! A veces no es el producto, ni el servicio. ¿Crees que Starsbucks vende café? o que Nike vende por la calidad de sus zapatillas deportivas. Plantéate por qué te compran tu producto o usan tus servicios. Sé amplio de miras y expende tus ideas al respecto. Si descubres qué es lo que te hace especial a ti frente a tus competidores estarás dando un paso de gigante para lograr que tus clientes se conviertan en embajadores de tu marca (Brand advocator). Te doy esta lista para que te oriente sobre las principales motivaciones de compra de los consumidores.

  • Moda o innovación: son los primeros en adoptar algo.
  • Precio: compra muy racional, se van donde encuentran lo más barato.
  • Comodidad: no invierten mucho tiempo en comprar y pagan más por esa comodidad.
  • Afecto: compran una marca porque tienen un vínculo emocional con ella.
  • Seguridad: dispuestos a pagar más a cambio de algo mejor o que les ofrece más confianza porque se trata de empresas que son reconocidas en el mercado.
  • Estatus: compran por aparentar frente a los demás.

 

¿Cuál encaja mejor en tu caso concreto?

Una herramienta muy útil para “descubrir” por qué te compran tus clientes más fieles es “Voz del Cliente”. Tiene varias formas de aplicación. La más efectiva es realizar encuestas a los clientes más fieles (si de lo que se trata es de saber sus motivaciones de compra) de forma presencial preferiblemente, y al margen de tu empresa, es decir, las tiene que realizar una firma externa. Como consultor te puedo asegurar la sorpresa de mis clientes al descubrir la imagen que tenían de ellos sus clientes y sus verdaderas motivaciones de satisfacción con ellos. Si nunca has utilizado esta herramienta, es el momento de planteártelo.

 

3. Elabora una propuesta de valor de tu marca y empresa alineada con las expectativas de tus clientes.

 

En toda organización existe una cadena de valor que comienza en el diseño del producto o servicio y finaliza en la experiencia del consumidor o usuario. Como empresa, debes tener clara cuál es esa cadena de valor y como se construye la propuesta final a tu cliente paso a paso. Hay que describirla en términos gráficos y analizar si está alineada con el mercado al que te diriges.

Un paso posterior que recomiendo a todas las pymes es realizar un CANVAS. Es una herramienta de análisis del modelo de negocio que, de forma gráfica, plasma las áreas internas y externas clave de nuestra organización (recursos clave, segmentos, canales de comunicación…). Para lo que nos ocupa, hay que centrase en la parte de la Propuesta de Valor, respondiendo, entre otras, a estas cuestiones:

  • ¿Qué valor entregamos a nuestros clientes?
  • ¿Qué problema del cliente estamos resolviendo?
  • ¿Qué necesidades del cliente estamos satisfaciendo?

Tener claras las respuestas te allana el camino hacia la fidelización y la prescripción.

 

4. Establece un canal de interacción con tus clientes y mantenlo activo.

 

Una cuarta clave de nuestro camino a la meta del viaje del cliente es la de abrir algún sistema o canal de comunicación entre tus clientes y tú. El objetivo: por un lado, que el cliente tenga un medio a su alcance para hacerte llegar sus necesidades, preguntas, sugerencias o incluso quejas. Por otro lado, a ti te facilita un canal para comunicarte con él, trasmitirle novedades, invitaciones, contenidos de valor o propuestas para mejorar la relación con tu empresa.

Un ejemplo lo tenemos en el sector bancario, que está volviendo a la figura del “asesor personal” del cliente (atendiendo a cada perfil hay asesores especializados). Una persona con nombre y apellidos, físicamente presente en una oficina cerca del cliente y disponible para hablar para cualquier necesidad a través de varios canales (app del banco, chat, whatsapp, teléfono, email o en persona con cita previa). El banco también contacta regularmente con el cliente, aunque sea simplemente para ver si todo está bien o necesita algo.

Plantéate en tu caso concreto qué canales de contacto son los más adecuados para crear un vínculo de comunicación permanente entre tu empresa y tus clientes. Tu cliente te lo agradecerá.

 

5. Tus mejores clientes tienen que estar felices contigo. ¡Hazles sentir que son especiales para ti!

 

A todos nos gusta que nos hagan sentir especiales. Y tus clientes no son menos. Una vez que tengas los canales de comunicación abiertos entre tu empresa y tus clientes, utilízalos para convertir la experiencia con tu empresa en algo más que una venta: intenta que viva la relación conti

go como algo diferente. Tus mejores clientes tienen que saber que son importantes en tu organización. Te doy algunos ejemplos:

  • Crea un club de clientes.
  • Invítales a conocer tu empresa.
  • Hazles partícipes en el lanzamiento de nuevos productos o servicios (por ejemplo, que contribuyan a dar nombre a un nuevo producto).
  • Implícales en el proceso de mejora de tu organización.
  • Que sean los primeros en probar un nuevo producto o servicio.
  • Establece un programa de recompensas o regalos.
  • Etc…

 

Analiza tu mercado. el perfil de tus clientes y detecta lo que es importante para ellos. Con todos los datos, planifica una estrategia de “engagement”. A veces lo más efectivo es lo más sencillo.

 

Son, en resumen, cinco claves que pueden ayudarte a establecer un programa de conversión de tus mejores clientes en prescriptores. Piensa que es una estrategia de marketing y comunicación a medio y largo plazo, no esperes resultados a corto. La constancia es la clave. Y un último consejo: echa mano de la tecnología para gestionar las relaciones con tus clientes: un software específico para este tipo de estrategias, los CRM, te serán indispensables para que puedas implementarla de manera fácil y organizada.

 

¿Qué te ha parecido? ¿Te animas a diseñar una estrategia de “Brand advocator”? Como siempre, espero tus comentarios. ¡Y comparte este contenido si consideras que es interesante para otros profesionales!

Proceso_de_Innovación_en_las_pymes

No solo producto y tecnología. El proceso de innovación en tu empresa está en toda tu cadena de valor.

Innovar no es una quimera. Muchas pymes creen que la innovación es un proceso complicado, que requiere muchos recursos y, por tanto, solo al alcance de las organizaciones grandes. No es cierto. La innovación, entendida como la realización de cambios en algunas de las fases de la cadena de valor de la empresa, es una actividad que se puede -y se debe- desarrollar en cualquier tamaño de pyme, como te explicaré con algunos ejemplos reales, y de los que puedes sacar conclusiones muy interesantes para tu caso particular.

Ser creativo es el primer paso para innovar.

Antes de nada, conviene no confundir “Innovación” con “Creatividad”. Aunque ambos conceptos se complementan, son diferentes. Según William Coyne (2015): “La creatividad es   pensar en ideas nuevas y apropiadas, mientras que la innovación es la aplicación con éxito de las ideas dentro de una organización. En otras palabras, la creatividad es el concepto y la innovación es el proceso “. Si piensas que en tu equipo no hay creatividad es casi seguro que es debido a que no se han puesto los escenarios y el ambiente adecuado para que ésta surja. Todos, ¡sí todos! tenemos el germen de la creatividad en nuestros genes. Como humanos que somos (y no te voy a explicar la evolución del hombre a lo largo de milenios) nuestra mente está adaptada para idear nuevas formas de hacer las cosas o realizarlas de forma distinta. Sin esa habilidad, no hubiese sido posible el progreso del que disfrutamos hoy. En algunos textos lo encontrarás como “neuroplasticidad del cerebro” o su capacidad de desarrollar nuevas conexiones neuronales. La estrategia es crear las condiciones adecuadas para que las personas de nuestra organización puedan dar rienda suelta a su imaginación. Te recomiendo mi entrada del blog que explica precisamente este tema.

A partir de las ideas, se avanza hacia el proceso de innovación a través de un esquema de análisis donde se valora la factibilidad de llevar a cabo cada idea en la práctica, sus costes, sus beneficios esperados, el tiempo de desarrollo, etc. Este análisis deberá ser riguroso, y en muchos casos puede requerir la colaboración de algún experto externo (que además nos dará una visión “no contaminada” de las diferentes propuestas).

Innovar no solo es aplicar tecnología a un proceso o producto. Por supuesto que una nueva máquina para el área de producción puede ser innovadora, pero lo que quiero resaltar es el amplio campo en el que es posible innovar (áreas funcionales de la empresa) y muchas veces sin necesidad de utilizar una tecnología “revolucionaria”.

 

Innovación en producto

Cuantas veces intentamos lanzar un nuevo producto (que es bueno hacerlo) y nos olvidamos de introducir una mejora significativa en los actuales. Pon el foco en lo que aporta valor a tu cliente y piensa en cómo mejorar su satisfacción general. Es lo que hizo la firma cervecera Corona al rediseñar sus nuevas latas. Aprovechando la lucha contra el uso excesivo del plástico, tan de actualidad, ha lanzado un formato nuevo de lata que facilita su transporte por el cliente (fundamental) sin necesidad de utilizar plástico u otros materiales. ¿Qué te parece?

Innovación tecnológica

Es la que actualmente más aporta al conjunto de innovaciones, dado el nivel alcanzado por los desarrollos tecnológicos. Es posible desarrollar una nueva tecnología o aprovechar la que ya es accesible a todo tipo de pymes para darle una aplicación nueva. La firma Farfecht por ejemplo, utiliza la tecnología de modelado 3D y una aplicación en su web para que el cliente pueda diseñar sus propias zapatillas con más de 60 combinaciones posibles de materiales y colores. Una vez más, pensando en el cliente (que quiere algo exclusivo), la empresa le propone unas zapatillas hechas por él y solo para él.

 

Innovación en marketing

El área de marketing es la que mejor puede abordar un proceso de innovación, dada su tradición de elaborar estrategias de éxito que apoyen a los departamentos comerciales. Os podría poner muchos ejemplos, desde un marketing más tradicional (aunque novedoso) hasta las actuales estrategias de marketing digital. Pero os dejo esta propuesta de Bodegas Muga,  englobada en su estrategia enoturística, que aúna diversión, gastronomía y naturaleza en una experiencia en globo sobrevolando sus viñedos en Haro (La Rioja). Además, por supuesto, está vendiendo más vino…

Innovación en organización

La estructura organizativa de una empresa es un área estratégica fundamental, muchas veces olvidada por parte de los equipos de dirección. Pero es la estructura de la organización la que tiene que estar diseñada en función de la estrategia elegida. Siempre ha habido debate entre estructura centralizada (eficiencia, fines comunes) y descentralizada (mayor adaptación local, eficacia). Incluso hay firmas que combinan ambos conceptos (híbridas). Pero lo que no está en debate es que existe una creciente necesidad de adaptarse al un cliente cada vez más local, lo que exige una organización flexible y adaptable a ese contexto. Un ejemplo de innovación en organización fue en su día la firma Legálitas. En un sector tan maduro como los abogados, donde la cercanía al cliente es fundamental, esta empresa construyó una potente imagen de marca global junto a un amplio equipo de abogados en toda España para acercar este servicio a muchos clientes. Se compartía de forma centralizada el know-how y el departamento de marketing y se descentralizaba la prestación del servicio. En realidad, el éxito está en trasladar la idea de franquicia a un sector nuevo. Unas tarifas accesibles hicieron el resto.

 

 

 

Innovación en distribución

Hacer llegar nuestro producto o servicio al cliente en perfectas condiciones y en plazo es hoy un condicionante para cualquier empresa. Como seguro que sabes, hoy tu cliente quiere ser   atendido en un plazo cada vez más breve, y sin renunciar a la calidad del servicio. Uno de los problemas con los que se encuentran las firmas que venden online es la entrega del producto: el cliente no está en su casa o trabajo y se genera una entrega fallida. Traducido: el cliente se enfada (aún sin culpa de la empresa), mala imagen y extracostes del nuevo intento de entrega. Amazon se dio cuenta del problema, y encontró la solución: Amazon Locker, unos puntos de entrega fijos en las ciudades, con taquillas seguras a través de un código personal, donde cada cliente puede recoger su pedido las 24 horas del día. Y se entrega al día siguiente del pedido. ¿No es realmente innovador?

Innovación en comunicación

Comunicar bien nuestro mensaje no es fácil. Hacerlo llegar a nuestro público objetivo tampoco. Hay que seleccionar bien el canal y, sobre todo, no ser “invasivo” (no molestar). A nosotros nos interesa nuestra marca, pero… ¿y al cliente? Lo que ellos quieren es que les ofrezcas un buen producto o servicio y que estés ahí por si tienen algún problema. Pensando en todo esto, y dada la saturación actual de casi todos los canales de comunicación (digitales o no) a los responsables del popular servicio de mensajería instantánea Whatsapp han lanzado la nueva aplicación Whatsapp Business, dirigida al mercado de pequeñas empresas y negocios. ¿Cuál es la innovación? Poner un espacio de contacto no invasivo (y amigable) para que los clientes con registro puedan estar en contacto con la empresa, no solo para realizar un pedido, sino también, y sobre todo, para canalizar dudas, sugerencias y consultas. Ha utilizado un sistema conocido, fácil de usar y rápido, con el que mantener una interacción directa con el cliente. No sabemos todavía si triunfará, pero lo que sí ha logrado es crear un canal de comunicación diferente.

 

Innovación en diseño

El diseño (de producto, de packaging, de web…) es hoy también otro de los terrenos propicios para la innovación. Muchas veces, el mismo producto comercializado con diferentes diseños de envase tienen diferente grado de aceptación. Hay que tener en cuenta siempre que no solo hay que tener un buen producto, sino también “que lo parezca”. Y todos sabemos la importancia de la imagen (diseño) como factor de compra en la mente del consumidor. Intenta cuidar la imagen de tus productos, conviértelos en un regalo para tu cliente, que sienta que te importa su experiencia. En definitiva, ponle un lacito, como se suele decir.

Hay muchos ejemplos de innovación en diseño, por ejemplo, la empresa Croquetasricas.com, partiendo de un producto muy maduro (croqueta), ha conseguido elevarlo a producto gourmet. Fíjate en el vídeo qué diseño de packaging más cuidado.

Por otro lado, la empresa Dyson ha conseguido un espectacular ventilador sin aspas que aúna tecnología y diseño de forma exitosa. (Eliminar las molestas y peligrosas aspas es todo un acierto).

 

¿Dispuesto a innovar?

Como has podido ver, las posibilidades de innovación al alcance de cualquier pyme son muy amplias, y me he dejado otras áreas susceptibles de incorporar nuevas ideas de éxito, por ejemplo, el área de procesos o la formación de los equipos humanos. Te recomiendo que inicies un proceso de innovación siguiendo estos pasos:

  • Reflexión inicial por parte de los responsables de tu empresa para valorar las posibilidades reales de realizar procesos de innovación.
  • Compromiso (desde la cúpula directiva hacia toda la organización) sobre la necesidad de realizar innovaciones.
  • Creación de un grupo de trabajo –equipo de innovación– que tiene que reunirse de forma periódica para impulsar la innovación.
  • Dotar de recursos, en especial tiempo, a la actividad innovadora.
  • Partir de un análisis de la cadena de valor de la organización para determinar las áreas donde es más factible incorporar nuevos procesos.
  • Ser constante, no siempre se consigue el éxito a la primera. La clave es mantener en el tiempo la cultura innovadora.

 

¿Te he convencido? Ahora te toca mover ficha. Si tienes algún comentario o quieres preguntarme algo, mándame un email. ¡Y comparte este contenido!

Marketing de Influencers

¿Estás pensando en contratar un influencer para impulsar tu marca? No te precipites y analiza bien lo que necesitas.

 

Es la palabra de moda, la herramienta de marketing digital que está de actualidad, todos queremos un influencer para que nuestro producto o servicio tenga éxito. Pero no te equivoques, esta tendencia no es nueva, ni siquiera moderna. Lo que pasa es que ahora se le ha dado un nuevo nombre y se utiliza en canales (redes sociales) que antes no existían. Si echamos la vista atrás, veremos que ya desde los años cuarenta del pasado siglo se utilizaban a personas famosas (normalmente actores y actrices o cantantes) para acompañar la publicidad de productos (por ejemplo, James Dean o Elvis Presley con anuncios de tabaco). Eso no es más que utilizar la imagen de un famoso para que prescriba nuestro producto. Como ves, misma estrategia con distintos soportes. En España, ya desde los años sesenta del siglo XX, en televisión o en prensa, se hacían similares campañas. ¿Por qué entonces se ha reinventado el marketing de influencers?

Influencers: cuando cualquiera puede ser prescriptor.

El explosivo crecimiento de usuarios en las redes sociales ha facilitado que muchos perfiles acumulen ingentes seguidores -reales o no- y likes, no solo personajes ya famosos, sino gente anónima que ha hecho de su imagen un producto. Acumular seguidores es hoy un trabajo como cualquier otro. Las agencias de marketing han visto en este hecho un nicho nuevo de negocio, más accesible y barato que la publicidad tradicional (online y offline). Basta con perfilar cada instagramer, por poner un ejemplo de red social, y ofrecerlo como prescriptor a su cartera de clientes.

El uso de este tipo de acciones de marketing digital, sobre todo cuando se implementan sin la adecuada estrategia, suele acabar en fracaso la mayor parte de las veces. ¿La causa? Mala selección de los perfiles, falta de identificación de los valores de la marca con el influencer, ausencia de herramientas de medición y seguimiento, errores en la planificación… Más aún, se tiende a pensar que, a mayor número de seguidores, mayor impacto en la marca, olvidándose de que lo crucial es la tasa de interacción que tienen los seguidores con su influencer (engagement). En suma, las empresas se vuelcan en acciones de este tipo sin un estudio previo y sin objetivos concretos, lo que provoca luego muchas veces la sensación de haber tirado la inversión a la basura. Los datos están ahí, te recomiendo estas noticias:

“La mitad de las inversiones en marketing de influencers no tiene ningún efecto sobre la marca”: El Mundo , Puro Marketing.

 

Se ha tratado de generar prescriptores a gran escala y cuando hablamos de marcas, de valores, no todo vale. Un buen ejemplo de prescriptor o embajador de marca es nuestro tenista Rafa Nadal, que está asociado a marcas que se identifican con su personalidad: autenticidad, honestidad, esfuerzo, superación… El caso de Rafa Nadal es solo un ejemplo, pero que nos sirve para demostrar que tenemos que asociar siempre nuestro producto a personas que se identifiquen con él, a través del ejemplo que dan en su día a día, y no por el número de “me gusta” que tienen en su red social.

 

Microinfluencers: un paso más hacia la adaptación del prescriptor a cada tipo de producto

Es tendencia actual la utilización de perfiles de personas que no disponen de un gran número de seguidores, pero que cuentan con una tasa de interacción con ellos muy alta. Suelen ser perfiles con 10000, 20000 seguidores, muy fieles y que suelen “opinar” o “conversar” sobre los temas que toca su influencer. Además, están muy centrados en unas áreas de interés y no suelen hablar o “recomendar” nada que se salga de esta área. Son perfiles muy interesantes porque están especializados y gozan de un engagement importante. Por eso ahora son el objetivo de las agencias de marketing. Son más accesibles, más económicos, y más fiables. Si estás pensando en realizar una campaña con influencers, te recomiendo que antes valores esta posibilidad. Reducirás el riesgo y la inversión y te servirá para probar a pequeña escala.

 

Ya tienes a los mejores prescriptores en tu área de influencia

Antes de embarcarte en una estrategia de influencers, te sugiero que valores la posibilidad de conseguir los mismos -o mejores resultados- con tus propios embajadores de marca. Y estos son, como te estás imaginando, tus propios clientes. Un cliente contento con tus productos o servicios (más aún si es una venta recurrente) es el mejor prescriptor para tu marca que puedes conseguir. Ahora bien, lograr que un cliente te prescriba no es fácil, de hecho, solo un porcentaje pequeño de toda tu cartera lo hará. Los clientes que hablan bien de nosotros a otros son el último escalón de la estrategia de captación/retención de clientes, que puede resumirse en el viaje del cliente (customer journey):

  • Descubrimiento (el cliente sabe que existes)
  • Valoración (el cliente sopesa tu propuesta)
  • Compra (el cliente adquiere tu producto)
  • Fidelización (el cliente continúa/amplía su relación comercial)
  • Recomendación (el cliente recomienda nuestro producto a terceros)

 

La meta en nuestros objetivos comerciales y de marketing debe ser llegar a la fase de “recomendación”. Al llegar a ese nivel, se ha conseguido una relación tan estrecha con el cliente, que este se convierte en un influencer de nuestra firma. Disemina su experiencia como cliente nuestro a toda su red de contactos, siendo su mensaje creíble, ya que cuenta con la ventaja de conocer el producto o servicio y -frente a los influencers al uso- no están recibiendo un pago por su recomendación.

Para llegar al final del viaje del cliente es preciso antes fortalecer su paso por las etapas anteriores, fundamentalmente por la fase de Fidelización. La estrategia de fidelización es algo que muchas pymes olvidan a la hora de planificar sus acciones de marketing y comunicación, y hoy en día es una de las actividades más importantes, y más gratificantes en términos de retorno de valor para la empresa. Te recomiendo que, si no lo has hecho, te plantees diseñar una estrategia para que tus clientes se sientan más identificados con tu empresa. ¿Algunas ideas? Dependerá de cada sector y tamaño de empresa (¡y de tu presupuesto!), pero puedes:

  • Hacerles partícipes de una nueva línea de negocio
  • Solicitarles su opinión acerca de tus productos
  • Invitarlos a una visita a tu empresa
  • Crear una línea de atención personal
  • Invitarlos a formar parte de un Club de Clientes
  • Realizar actividades lúdicas para tus mejores clientes (un torneo de golf, por ejemplo).
  • Etc…

 

Cada empresa tiene una tipología de cliente. Adapta tu estrategia de fidelización a ese perfil.

Entonces… ¿Influencers sí o no?

La respuesta corta es SI. La respuesta larga…depende. Como siempre, las herramientas de marketing no valen todas para todos. Para saber si este tipo de acciones pueden aportarte un retorno real, te aconsejo que sigas estos pasos:

  • Analiza tu sector. ¿Quién es tu target? Muchas veces utilizamos canales de comunicación que no funcionan porque no son los adecuados para el perfil del público al que me dirijo.
  • Valora la situación de tu organización. Antes de abordar estrategias de marketing de influencers se deben desarrollar muchas acciones previas. Por ejemplo, tener una base de datos depurada y actualizada.
  • Cuida primero a tus clientes y genera “engagement” a través de estrategias de fidelización.
  • Antes de tomar una decisión, elabora un perfil del “influencer tipo” que buscas, y que esté alineado con los valores de tu empresa y marca.
  • Prioriza los microinfluencers (especializados en nichos de mercado) con alto porcentaje de engagement.
  • Fija un objetivo y un plazo para conseguirlo.
  • Establece un método para medir los resultados de la acción.

 

No obstante lo anterior, sigo pensando que el marketing de influencers está reservado para sectores muy concretos y que debe ser realizado de forma limitada como refuerzo a otras acciones principales. La figura del embajador de marca, que siempre ha existido, es una alternativa que puede ser más efectiva. En todo caso, te aconsejo siempre ir de la mano de un profesional a la hora de abordar estas líneas de actuación. Y lo más importante, no busques fuera lo que probablemente tengas ya dentro de tu empresa: clientes satisfechos que se sentirán orgullosos de pertenecer a tu marca. ¡Ahí lo dejo!

Innovacion Empresa

Las mejores ideas pueden estar en tus propios compañeros de trabajo: ¡Dales voz!

En una reunión de directivos de la empresa Colgate se discutía sobre la mejor estrategia para aumentar las ventas de pasta dentífrica. Después de varios días de reuniones, un empleado les dio la solución: aumentar un poco el diámetro de la boca del tubo para que así el cliente (inconscientemente) se sirviera más cantidad de pasta. La sugerencia se puso en práctica y fue un éxito: las ventas aumentaron sensiblemente.

Una conocida línea aérea se planteaba cómo reducir los costes generales de la compañía. Se barajaban varias opciones: reducción de personal, ahorro en costes de mantenimiento, reducir publicidad…La propuesta final la dio un empleado de la compañía: quitar de los menús de vuelo las aceitunas que se ponían de aperitivo en cada comida. Resultado: miles de dólares al año de ahorro sin necesidad de recortes traumáticos y sin merma de la calidad en el servicio (al fin y al cabo, ¿quién echa de menos unas aceitunas?).

Son sólo dos ejemplos reales de la capacidad creativa de las personas cuando se les da la oportunidad de contribuir con sus ideas de mejora en las organizaciones. Parece sencillo, pero plantear estas propuestas es muy difícil cuando los que tienen que hacerlo se ven influidos por el día a día de los propios problemas de su área de trabajo y están contaminados por una cultura empresarial dada. Sus cerebros trabajan con una lógica aprendida y utilizada durante muchos años que da como resultado un pensamiento vertical: problema – causa – solución. Las decisiones se toman basándose en la experiencia y en la intuición. En el fondo, este tipo de razonamiento se encuentra limitado por todos estos factores.

Pensar como un niño, ¿por qué no?

Seguro que has escuchado la frase “en este sector ya está todo inventado”. Suele decirse cuando alguien se da por vencido y no es capaz de generar ideas o estrategias innovadoras. Nada más lejos de la realidad. En el sector del taxi, todo estaba inventado…hasta que llegan Uber o Cabify. Las tiendas de muebles sufrieron una convulsión con la llegada de IKEA. La restauración si es cierto que ha ido evolucionando, pero algunas empresas como Grupo Paraguas, y en plena crisis, reinventa el concepto de restaurante (algún día os hablaré de esta firma, para mí un ejemplo de un marketing y comunicación excepcional). Luego, ¿qué piensas? Pregúntate si en tu sector está todo inventado ya…o no.

No conozco la clave para que surjan las ideas novedosas, pero si te puedo decir cual es el entorno adecuado para que estas puedan aflorar. En el título de este párrafo decía que hay que pensar como un niño para liberarnos de ataduras culturales a la hora de innovar. Alguien dijo que “un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido”, y creo que tiene mucho de cierto. Los niños siempre preguntan por qué una cosa es como es, y no es de otra forma, cuestionan todo. Y cuando les pides soluciones a un problema son hipercreativos, pues piensan más en divertirse que en no decir algo inadecuado. No están limitados por un proceso de razonamiento vertical y se abren a cualquier tipo de posibilidad, por extraña que esta sea. Estos procesos mentales se han definido en el mundo del marketing como Lateral Thinking (Pensamiento Lateral) que busca romper con el esquema tradicional de razonamiento. Las sesiones de pensamiento lateral en las empresas son un excelente ejercicio que, si está bien organizado (existe un procedimiento para hacerlo correctamente), es una forma ideal para crear ese entorno adecuado para el surgimiento de ideas verdaderamente rompedoras. Es volver a pensar como harían los niños. ¿Que no lo has hecho nunca? Pues te recomiendo que valores ponerlo en práctica. Es más, creo que debería ser una práctica periódica en las empresas, y tiene aplicación en cualquier área, producción, administración, ventas…aunque la que a mí me interesa es la de marketing y comunicación.

Descubrir el potencial innovador de tus equipos.

Y voy ya con la explicación al título de mi post. Todos sabemos que en las empresas normalmente las decisiones las toma el comité de dirección, cuando no solo el director general/propietario. Puede que esto deba ser así, pero ello no excluye que en la mejora de la empresa puedan participar todos los empleados, sí, hasta ese en el que estás pensando. La cultura japonesa, con una larga tradición de pertenencia a la empresa como familia, facilita que los empleados aporten a la compañía cuantas sugerencias tengan, creando un vínculo muy fuerte entre ambos. En el mundo occidental, sin embargo, la cosa no va más allá del clásico buzón de sugerencias (antes físico, hoy alojado en la intranet). Pero no hay realmente una cultura participativa real, no se ha creado ese espacio abierto creativo, y no nos damos cuenta de cuanto potencial estamos perdiendo en el camino.

Sin embargo, sí existen algunas organizaciones (lamentablemente solo las más grandes) que han dado pasos para dar voz a todos sus empleados. Lo más habitual es utilizar los canales de comunicación interna, pero lo más eficaz es la creación de equipos multidisciplinares de innovación. Son grupos de unas seis personas (no conviene que haya muchos más) que se reúnen de forma periódica para dar solución a un reto concreto (cada vez uno y solo uno). El proceso de replica en otros grupos y luego se organiza una sesión donde un portavoz de cada grupo expone los resultados. Como las reuniones son abiertas e informales, las ideas se generan con más facilidad. ¿Qué se consigue con este sistema?

  • Afianzar el espíritu de equipo.
  • Dar confianza a las personas y ofrecer un espacio para poner en práctica sus capacidades.
  • Generar un espacio propicio para la innovación.

 

Solo con lo anterior, este sistema de trabajo ya sería rentable para la empresa. Pero si además algunas de las ideas son factibles y, llevadas a la práctica, generan un valor para la organización, entonces sería un éxito. Si no conocemos el potencial de nuestros equipos, difícilmente podemos aprovecharlo.

Te animo a que te preguntes por todas estas cuestiones, y si crees que ya todo está inventado. En tu empresa puedes tener las mejores ideas y no saberlo. Está en tu mano descubrirlo.

Mándame tus comentarios si quieres.

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Quienes son mis clientes y donde encontrarlos, ¿Misión imposible?

¿Qué es primero? ¿Encontrar un nicho de clientes y orientar mis productos y servicios al mismo, o buscar los clientes susceptibles de adquirir los productos que ya tengo? Desde el punto de vista del marketing estratégico no hay duda: siempre tenemos que adaptarnos a los segmentos del mercado que sean potencialmente atractivos, ya que los clientes no van a aceptar sin más algo que ni demandan ni necesitan. La primera consecuencia de ello reside, antes de determinar mi target (cliente objetivo o cliente tipo), en realizar un profundo análisis de mi cartera de productos o servicios y valorar si esta es la adecuada a la situación del mercado al que me estoy dirigiendo. En otras palabras, tienes que hacer un análisis interno y externo de tu empresa con el foco puesto en:

  • Producto (diseño, precio, gama…)
  • Canales de venta
  • Elementos diferenciales
  • Competencia
  • Tendencias del sector (evolución, cambios…)
  • Hábitos de compra

 

Si de este análisis concluyes que tu oferta actual no es la adecuada, es el momento de redefinir tu propuesta al mercado. En algunos casos habrá que eliminar productos, en otros modificarlos y quizás incluir otros nuevos. Solo así tendrás alguna oportunidad de éxito.

 

Si por el contrario estás en situación óptima una vez hecho el estudio previo, lo que sigue es concretar un perfil de cliente al que dirigirte. Sí, ya sé que es algo obvio, pero por experiencia puedo decirte que muchas organizaciones no tienen un customer profile, aunque lleven años en el mercado y cuenten con cientos o miles de clientes. En el caso de que tu empresa sea una startup o de nueva creación, o lleve poco tiempo en el mercado, generar un perfil de cliente es todavía más imprescindible.

 

¿Quién es mi cliente?

Tu producto o servicio, como todos, tiene que solucionar una necesidad al cliente, solucionarle un problema o atender una demanda. Pregúntate qué propuesta de valor (algunos le llaman regalo) haces a tu cliente. Es una forma muy sencilla para dar el siguiente paso: ¿quién estaría dispuesto a recibir esta propuesta de valor pagando por ello? Estas son cuestiones fáciles de plantear, pero que esconden una trascendencia enorme para las pymes, no en vano se juegan la viabilidad del negocio. Yo siempre recomiendo que en estos ejercicios de autoanálisis participen al menos las personas que tengan responsabilidades de área en la empresa, desde luego la dirección general y las direcciones comerciales, ventas y marketing. Incluso el equipo de ventas y las personas dedicadas a las redes sociales pueden hacer interesantes aportaciones.

Saber el perfil de tu cliente es clave para ampliar tu cartera -buscando perfiles similares- y también para fidelizarlo -a través de acciones de marketing y comunicación. Si tu empresa ya tiene cartera de clientes consolidada, lo tienes más fácil. Tendrás que hacer un ABC de clientes para saber quiénes son los principales, es decir, los que generan mayor valor económico a tu organización. Seguramente conozcas la regla estándar que indica que el 80 % del valor económico lo aportan el 20 % de los clientes. Esta norma casi siempre se cumple, pero tendrás que sacar tu propia estadística porque varía según el sector en el que estés.

Una vez realizado el ABC de clientes tienes que perfilarlos, es decir, entender por qué te compran, qué necesidad están satisfaciendo y cual es su comportamiento con tu empresa. ¿Cómo saberlo? Existen varias fórmulas, una de las cuales es la encuesta de satisfacción. A través de un sencillo cuestionario, que puede ser online o telefónico, tu cliente responde a no más de 4 o 5 preguntas diseñadas para responder a las cuestiones anteriores. Te darán las pistas que necesitas para hacer un perfil tipo (incluso para descubrir áreas de mejora).

Otro sistema menos utilizado es Voz del Cliente, que como indica su nombre, tiene el objetivo de descubrir aspectos de la relación de nuestros clientes con nosotros a través de entrevistas personales (preferible) o telefónicas. Para que sea efectiva es recomendable que sean realizadas por una empresa externa, ajena a nuestra organización, para que sea objetiva y para que el cliente pueda sentirse más libre a la hora de contestar.

En el caso de que no tengas cartera de clientes consolidada, tendrás que buscar los perfiles de tus clientes por otros métodos. Algunos de los que pueden ser útiles:

  • Estudios hábitos de compra (hay muchos según sectores).
  • Revistas sectoriales (información sobre tendencias y competencias).
  • Visita a Ferias de tu sector (encontrarás perfiles de visitantes).
  • Bases de datos (hay disponibles bases de datos perfiladas según diversos criterios).

 

Y, en todo caso, tendrás que utilizar una vez más las ventajas de las nuevas tecnologías para encontrar ese cliente perfecto que comprará tus productos.

 

La tecnología al rescate: tus clientes están aquí y no lo sabes.

Me quiero centrar en las posibilidades de las nuevas herramientas tecnológicas, disponibles y accesibles para cualquier pyme, en relación con la búsqueda, segmentación y captación de nuevos clientes para tu empresa. Damos ya por hecho que tienes un perfil tipo de tu cliente que se adapta a lo que tus productos y servicios ofrecen.

Primer paso: tener una base de datos de clientes. Si no te es posible adquirir una buena base de datos (existen empresas de contrastada fiabilidad que las pueden proporcionar) debido a que tienes un perfil de cliente muy disperso (por ejemplo particulares), es hora de comenzar una búsqueda online. Aquí entran en escena las redes sociales, donde tenemos, increíblemente, la mejor segmentación actual de públicos (como saben las propias empresas propietarias de estas redes). Cada persona tiene sus intereses, y esta se relaciona a su vez con otras personas de similares inquietudes. ¡Perfecto! Solo necesitas atraer su atención.

¡Eh! ¡Oye! ¿Te interesa esto? Bueno, quizás no de esta manera, pero se trata de generar contenidos en las redes que despierten la curiosidad de los perfiles que buscas. En otras palabras, si a alguien le gusta la gastronomía, descúbrele algunos restaurantes desconocidos para que pueda conocerlos. Si le atraen las nuevas tecnologías, hazle partícipe de algún truco digital que pueda serle de utilidad. Etc…

A través de herramientas digitales, es posible enviar luego más contenidos a estas personas (aunque todavía no sepas quienes son), y mantener el interés. Cuando tus contactos vean que generas contenidos que les interesan, es hora de invitarles a algo más especial: un contenido de valor, una invitación a un evento, un descuento, un sorteo, una promoción…lo que consideres según tu sector y posibilidades. Es entonces cuando tienes que preguntarle quien es, normalmente a través de un registro online. ¡Ya está! Has conseguido lo que se llama en términos marketinianos engagement. ¿Qué es un proceso lento? Si. ¿Laborioso? También. ¿Qué da resultados? Casi seguro.

Todo esto, como seguramente pensarás, requiere una estrategia bien definida y planificada, además de las herramientas digitales adecuadas para automatizar los procesos y resultados. Y trabajar con la red social que sea la adecuada a tu negocio (eso exige también un análisis aparte). Por mi experiencia puedo asegurarte que -hoy por hoy- es la mejor manera de captación de perfiles de clientes para tu empresa, aunque sea un trabajo exigente. Da sus frutos, ya que no solo tienes la posibilidad de conseguir posibles ventas, sino que generas visibilidad en la red y tráfico hacia tu website.

No me queda más que animarte a empezar la búsqueda de tus clientes, no olvides que ellos están ahí, quizás esperando encontrar lo que tú, y solo tú, precisamente puedes ofrecerle.

¡A por ello!

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¿Cómo saber si mi inversión en marketing y comunicación es rentable?

Siguiendo con el tema de la rentabilidad de la inversión en marketing y comunicación de mi post anterior, ahora os quiero hablar acerca de cómo medirla. Antes, aunque quizás ya lo conozcáis algunos, ya existe una fórmula genérica para calcular la rentabilidad de una inversión, el ROI (Return Of Investiment). El ROI pretende medir cuanto se gana en términos monetarios de lo que se invierte en un bien o servicio (máquina, edificio, bonos financieros…).
Su expresión es:

(porcentaje de retorno sobre la inversión)

Un ejemplo. Supongamos que invierto 1000 euros en una máquina. Gracias a esta máquina, consigo reducir los costes de producción en 300 euros al año. Si suponemos que amortizamos la máquina en 5 años, la inversión anual será de 200 euros. Por tanto:

En este caso, es sencillo, obtengo un retorno del 50 % anual. Por eso se suele utilizar fundamentalmente en inversiones financieras o en activos fijos. Pero en el caso de tener que medir acciones de marketing y comunicación, hay que dar un enfoque diferente.

¿Qué hay que tener en cuenta antes de calcular la rentabilidad del marketing y la comunicación?

Lo primero que hay que definir es el objetivo de la acción de marketing/comunicación que estemos valorando. Y a veces son objetivos cuantitativos, pero en otras ocasiones son
cualitativos.

Por ejemplo, podemos plantearnos realizar una inversión en Google Ads (anuncios en Google) y tener varios objetivos:

  • Conseguir X contactos que soliciten un presupuesto (objetivo cuantitativo).
  • Dar visibilidad de marca a mi empresa (objetivo cualitativo).
  • Conseguir aumentar un 20 % las visitas a mi página web (cuantitativo).
  • Etc…

Y después, asignar la inversión que estaría dispuesto a realizar para conseguir cada objetivo.

Lo importante es tener bien claro el objetivo que se quiere conseguir, que será el retorno de la inversión realizada. Como conocemos la inversión a realizar, solo nos queda valorar la acción conforme a una nueva fórmula:

Si consigo 100 contactos de un objetivo anual de 200 tendré un 50 % del retorno de la
inversión.

Si obtengo un 15 % de incremento de tráfico a mi página web (sobre un objetivo del 20 %), tendré un retorno de la inversión del 75 %.

En el caso de tener que medir el ROI de una mejora de la visibilidad de la marca, habrá que establecer indicadores, también llamados KPI´s. Esto dependerá de cada empresa y sector. Por
ejemplo, un buen indicador del nivel de notoriedad de marca es el número de consultas que se reciben por teléfono o email. Si establecemos un número de consultas medio antes de la acción y lo comparamos con el número de consultas después de la acción, ya tenemos un indicador.

Es importante tener en cuenta que este indicador no es monetario, solo mide el retorno de una inversión en marketing partiendo de la base de que conseguimos un 100 % de retorno si conseguimos el 100 % del objetivo. Por eso es fundamental calcular bien la inversión a realizar para una acción de marketing en particular. Hay que hacerse preguntas tales como:

  • ¿En cuanto valoro un incremento del tráfico en mi página web de un 10 %?
  • ¿Cuánto pagaría por obtener 10 leads (contactos que piden presupuesto)?
  • ¿Qué cantidad invertiría por tener 100 consultas de nuevos clientes en mi empresa?

Muchos no estarán de acuerdo con la fórmula que he adaptado al sector del marketing, pero creo que es sencilla de usar y es válida para casi cualquier acción realizada en el área del marketing y la comunicación.

Medir el retorno de una inversión en marketing tradicional (offline)

Vamos a ver un ejemplo de acción offline, por ejemplo, la asistencia a una feria sectorial. Como siempre, establecemos los objetivos que queremos conseguir en esta acción, para saber
si la inversión que vamos a realizar (alquiler de suelo, transporte, desplazamientos, stand, materiales…) es rentable o no. Algunos ejemplos:

  • Establecer 150 contactos interesados en nuestros productos.
  • Conseguir 10 presupuestos.
  • Generar un 20 % más de tráfico a la página web (notoriedad de marca) en los 15 días posteriores al inicio de la Feria.

Suponemos un coste de la acción de 15.000 euros.

Pasada la Feria, tenemos los siguientes resultados:

  • 60 contactos de interés.
  • 6 presupuestos solicitados.
  • Incremento de un 8 % en el tráfico de la web.

Aplicando la fórmula tenemos:

  • 40 % de retorno en cuanto a contactos conseguidos.
  • 60 % de retorno en cuanto a presupuestos pedidos.
  • 40 % de retorno en cuanto a incremento en el tráfico a la página web.

Para muchas acciones de marketing digital, como las realizadas en redes sociales (Facebook, Instagram, LinkedIn…) es más fácil saber si han sido o no rentables: la propia plataforma nos
ofrece KPI´s como el número de impresiones y clicks. También es posible monitorizar el tráfico que llega a nuestra landing page a través del enlace en la red social y si este luego se convierte en contacto útil o no. Y en todo momento podemos saber la inversión que estamos realizando.

Para una acción de email marketing, si la hacemos con medios propios, tendremos que contabilizar como parte de la inversión las horas dedicadas por nuestro personal en el diseño, elaboración, lanzamiento y seguimiento de la campaña.

En resumen, casi todo lo que podemos realizar en el campo del marketing y la comunicación es susceptible de ser evaluado en términos de efectividad. La clave, vuelvo a repetirlo, es tener unos objetivos claros y que estén representados por su correspondiente KPI.

Entonces… ¿puedo saber si mis acciones de marketing me generan valor?

El valor obtenido de una acción es el porcentaje del objetivo que se ha conseguido con la misma. Si queremos traducirlo a valor monetario, tendríamos que ir un paso más, aunque con cautela.

Todas las acciones que realizamos consiguen siempre algún retorno, aunque solo sea en términos de visibilidad de marca. Y las acciones que consiguen un porcentaje significativo del
objetivo previsto al final se pueden convertir en valor monetario. La suma de todo tiene como resultado un impacto positivo en la cuenta de resultados de la empresa: mayores ventas y mayores ingresos. Ejemplo:

Una firma desarrolla a lo largo de 2019 varias acciones de marketing y comunicación valoradas en 50.000 euros, entre otras, asistencia a una Feria sectorial, la difusión de 10 notas de prensa, tres campañas de email marketing, dos eventos de relaciones públicas, seis anuncios en prensa
especializada y tres campañas en Facebook. Como resultado de todo ello ha conseguido:

  • 60 apariciones en prensa.
  • 300 consultas recibidas como resultado de las campañas de email.
  • 100 nuevos contactos realizados en los dos eventos.
  • 30 % de incremento del tráfico en la página web.
  • 50 nuevos clientes conseguidos a través de las campañas de Facebook.

Todo ello ha contribuido a un incremento de las ventas en 500.000 euros y a un aumento del beneficio en 70.000 euros. Ya tendríamos un retorno económico medible mediante el ROI
tradicional, eso sí, no todo atribuible a las acciones de marketing, y teniendo en cuenta que todos los demás factores no varían (estructura comercial, distribución, precios…), de ahí lo de la cautela a la que aludía más arriba. No obstante, es una buena aproximación.

Un buen marketing siempre se refleja positivamente en la cuenta de resultados

No sé si al final he podido convencerte del valor del trabajo de marketing y comunicación, yo espero que sí. Lo que hay que tener presente siempre es marcarse unos objetivos razonables
(alcanzables) pero que supongan un reto para tu empresa, establecer un método de medición, y, por supuesto, confiar en un buen asesoramiento en el área de marketing e involucrar a todas las personas de tu equipo en la aventura. Los resultados llegarán más pronto que tarde.

¿Sigues pensando todavía en el marketing como un gasto?

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Si sabes donde quieres ir… ya tienes recorrido la mitad del camino en tu estrategia de marketing y comunicación

¡Hola Amigos!

Seguro que te ha sorprendido el título de esta entrada. ¿Acierto? ¿Cómo que no sé hacia donde quiero dirigir mi empresa? No, no te equivocas…en parte. El título que encabeza el texto esconde realmente dos ideas, que, aunque son muy simples de enunciar, no lo son tanto de desarrollar correctamente: tener claro el objetivo que quieres lograr en tu organización y establecer el plan de acciones correcto para conseguirlo. Vamos por pasos.

Si no sabes exactamente donde quieres ir, es que te da igual a donde se dirige tu empresa

Uno de los aspectos en los que más hacen énfasis los psicólogos a sus pacientes cuando le establecen pautas para mejorar su bienestar emocional es la fijación de objetivos vitales: conocer algún país, aprender a tocar un instrumento o aprender un idioma… ¿Por qué? Tener un objetivo moviliza nuestro cuerpo y nuestra mente, activa nuestras capacidades y nos da un plus de motivación para el día a día.

En el caso de las empresas es exactamente igual. Mantener la empresa viva y en crecimiento requiere el establecimiento de objetivos, que sean el faro que guíe nuestra estrategia de marketing. Estarás pensando ahora que todas las empresas tienen algún objetivo y que, por tanto, saben donde quieren ir. Parece mentira, pero eso no es así. Muchas organizaciones, sobre todo las pymes de menor dimensión, simplemente tratan de “seguir adelante” con lo que tienen, con mayor o menor acierto. Y entre las que tienen un “presupuesto” de ingresos y gastos, simplemente incrementan el objetivo de ventas del año anterior y reajustan todos los demás factores. No hay una estrategia, porque crecer y ser más competitivo en el mercado requiere cambios: en estructura, en producto, en procesos, en estrategias, etc. Y esos cambios exigen la fijación de unos objetivos que por necesidad tienen que revisarse periódicamente. Si el mercado cambia, tu empresa tiene que hacerlo también.

Qué es un objetivo y qué no lo es

Cuando pregunto a algunas pymes cuáles son sus objetivos, muchas de ellas me responden con un escueto “vender más” o bien “ser más rentable”. Estos son algunos ejemplos de lo que NO son objetivos:

  • Vender más
  • Ser más rentable
  • Ganar cuota de mercado
  • Vender en el país X
  • Reducir costes
  • Tener mejor imagen de empresa

¿Por qué no son objetivos? En mi opinión, porque carecen de lo más importante: la cuantificación del objetivo y el plazo para alcanzarlo. Si añadimos estos aspectos a la lista anterior tenemos:

  • Vender un 10 % más en los productos A, B y C durante 2020.
  • Conseguir una rentabilidad media (beneficio neto/cifra de ventas) del 12 % en 2020.
  • Conseguir un 15 % de cuota de mercado en los próximos dos años.
  • Llagar a una cifra de ventas de 250.000 € en el país X a finales de 2021.
  • Reducir un 10 % los gastos generales de la empresa.
  • Conseguir una valoración mínima de 80 sobre 100 en una encuesta de imagen de empresa realizada a proveedores, clientes y colaboradores a realizar en 2020.

La diferencia entre ambas listas es que en la segunda los objetivos son medibles y, por tanto, valorables. Un objetivo que no se puede medir al final se queda en un deseo o esperanza que nunca sabremos realmente si lo hemos alcanzado.

¿Por qué tener objetivos claros supone ya la mitad de la estrategia?

En mis clases de dirección estratégica siempre hacía hincapié en un aspecto fundamental, aunque desconcertante a primera vista. El análisis previo a un plan estratégico supone ya casi un 70 % del mismo y, si está bien realizado, incrementa notablemente su éxito. Este análisis previo incluye por supuesto aspectos clave como el posicionamiento o los objetivos, entre otros.

Trasladado ello al terreno del marketing y la comunicación (área estratégica en cualquier compañía) supone que una fijación de objetivos de marketing como fase final del proceso analítico previo allana el camino de la planificación de acciones o líneas de actuación, que casi vienen ya prefijadas por el trabajo realizado. Si sabemos qué queremos (de forma racional) ya hemos recorrido la mitad del camino.

No todos los objetivos son válidos. ¿Cómo tienen que ser?

Ser la empresa líder en mi sector en dos años sería magnífico ¿no? Por desgracia, las metas inalcanzables o fijadas sin criterio suelen producir el efecto contrario al que se aspira, y provocan estrés y desmotivación en el equipo. Yo siempre recomiendo establecer unos objetivos que sean ilusionantes, pero a la vez realistas, que impliquen a todo el equipo humano de la empresa y que sean alcanzables.

Los objetivos por tanto se caracterizan por:

  • Ser el resultado de un proceso previo de análisis de la empresa, el mercado y otros elementos que afectan al recorrido de la organización (el entorno, por ejemplo).
  • Ser cuantificables o medibles a través de un indicador o parámetro.
  • Ser alcanzables con los recursos disponibles y en el plazo previsto.
  • Ir asociados a un plazo para conseguirlos.
  • Implicar a todas las áreas de la empresa, directa o indirectamente.
  • Conseguir motivar a toda la organización.

Y un apunte más. No soy partidario, y caso nunca recomiendo, establecer objetivos a medio y largo plazo. El escenario empresarial, tanto nacional como internacional cambia constantemente, con la tecnología como gran protagonista. Por tanto, es más prudente establecer plazos más cortos (entre 12 y 18 meses) que permitan reconducir o adaptar la estrategia de marketing a los cambios que se produzcan. De hecho, recomiendo hacer un seguimiento del cumplimiento de los objetivos al menos semanalmente, algo sencillo de hacer con los cuadros de mando. (El ciclo de mejora continua de la calidad -llamado círculo de demming- es un ejemplo de proceso que siempre está en permanente revisión).

No es fácil acertar con unos objetivos bien definidos, pero si hay que dedicar tiempo a algo en la empresa es precisamente a esto. Sin faro en el que orientarse, un barco siempre irá a la deriva, cuando no al desastre. Os recomiendo implicar a todas las personas con responsabilidad en vuestra compañía en la tarea de conseguir un crecimiento sostenido y sano con la guía de un conjunto de objetivos que sean el reto motivador de la empresa.

¿Qué objetivos tienes para tu empresa? ¿Cumplen los requisitos para que sean realistas?

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¿Sigues considerando el marketing y la comunicación como gasto y no como inversión (I)

¡Hola amigos!

En todos estos años de dedicación al mundo del marketing y la comunicación, casi podría afirmar que el cien por cien de los clientes y empresas que he conocido siempre terminaban la primera reunión de presentación de la propuesta de colaboración con un “¿Y esto cuanto me va a costar?”. Nunca fallaba. Los profesionales de nuestro sector lo sufrimos día a día y año a año, y por más que expliquemos que el marketing y la comunicación es una inversión (y rentable) para la organización, el concepto sigue sin calar en los responsables de las pymes. En parte lo entiendo, ya que mi formación en Económicas y Empresariales me permite ponerme en el lugar del que decide en la empresa, normalmente el CEO o director general. Y en este caso siempre se tiene en mente la visión del coste-beneficio en cualquier operación de ingresos y gastos significativa.

En el caso del marketing o la comunicación, ver el beneficio es difícil para el no experto, caso que no ocurre por ejemplo cuando se invierte en una nueva máquina (que produce algo) o en un edificio (que se amortiza e incluso se revaloriza). Se suele asociar inversión al medio/largo plazo, y también al concepto de rentabilidad o retorno de dicha inversión. Si no hay retorno, es gasto. Para poder romper con el concepto de gasto en el marketing tenemos que asociarlo entonces con una visión más amplia de la función y, por otro lado, con la capacidad de medir sus resultados, bien de forma cualitativa, o bien cuantitativa.

El branding: ejemplo de inversión en marketing a medio y largo plazo

Crear una marca es complicado. Hacer que tu marca sea conocida en el mercado, más todavía. Y que sea finalmente reconocida, el objetivo de cualquier directivo, una labor constante que consume múltiples recursos a lo largo del tiempo pero que a su vez consigue una imagen de marca fuerte, valorada y en la que pueden confiar sus potenciales clientes. Nike, firma norteamericana nacida en 1964 (año en el que vende 1.300 pares de zapatillas) ha tardado muchas décadas en ser un referente mundial en su sector. Hoy, su marca vale casi 25.000 millones de euros. Si se sabe invertir en branding, el retorno monetario de puede medir.
Descendiendo a los niveles habituales de las pymes españolas, te puedo asegurar por mi propia experiencia que la creación de marca siempre es una inversión rentable, por supuesto sabiendo construir una estrategia adecuada al tamaño de empresa y sector de que se trate.

Una de las firmas con las que (desde Martínez & Berriobeña asociados) construimos un proceso de marca muy exitoso partió de una reformulación de su denominación y logotipo (para adaptarlo a mercados más internacionales). Posteriormente se planificó una estrategia de medios de comunicación en la que, a través de los logros de la firma, íbamos trasladando de forma continua la expansión de la marca en todos los niveles (organizativos, productivos, de I+D o de mercado). Todo ello reforzado con una importante acción de comunicación directa con las firmas más importantes que eran objetivo del cliente. Una estrategia que perseveró en el tiempo (hablamos de unos cuatro años) y que generó una importante visibilidad positiva de la empresa en los mercados objetivo. Se fue midiendo de forma regular el impacto en medios de las comunicaciones enviadas, así como el nivel de interacción con los clientes objetivo. El retorno de este esfuerzo en branding se vio compensado al final con crecimientos importantes en las ventas y, lo que es igual de importante, ser reconocida en el mercado (clientes y medios de comunicación sectoriales) como una de las firmas de referencia en el sector. ¿Cuánto valía la marca al principio y cuanto vale hoy? ¿Ha sido un gasto? ¿O ha sido una inversión rentable?

Por supuesto, para tener éxito en una estrategia de branding no solo hay que contar con un plan bien diseñado. Lo más importante es confiar en la propia marca y lo que representa (valores, productos, capacidades…), tener objetivos claros y huir de la visión cortoplacista. Cada herramienta en marketing tiene sus utilidades y sus plazos de ejecución. Y el branding requiere tiempo, recursos y perseverancia.
Como hemos visto, las acciones de marketing y comunicación son generadoras directas de valor para la empresa en términos cuantificables. Por eso nunca se las debería calificar de gasto, puesto que, al tener un retorno, podemos calcular su rentabilidad para la empresa. En el ejemplo anterior podríamos establecer una comparativa entre el año 1 y el año 4:

Situación año 1:

  • Ventas: 100
  • Medios de comunicación en los que está presente: 2
  • Interacciones con potenciales clientes: 40 al año.

Situación año 4:

  • Ventas acumuladas en 4 años: 1.250 (+ 212 % de incremento medio anual)
  • Medios de comunicación en los que está presente: 15 (+700 %)
  • Interacciones con potenciales clientes acumuladas en 4 años: 530. (+231 % de incremento medio anual)

Inversión realizada en 4 años: 120

Haciendo simples cálculos, podemos saber cuanto se ha invertido por término medio por cada interacción nueva con cliente (oportunidad de venta), por cada euro adicional en ventas o por cada presencia nueva en un medio de comunicación del sector. Ya tenemos un retorno medible, homologable hasta para el controller más puntilloso. ¿Sigues pensando en marketing como un gasto?

En siguientes entradas profundizaré en el concepto del marketing y la comunicación como inversión a través de algunos escenarios online y offline y la utilización de KPIs y el ROI (adaptado al marketing) para poder medir su rentabilidad.