Sesgos Cognitivos en Marketing

Así nos engañan los sesgos cognitivos (y como tenerlos en cuenta en marketing y comunicación).

El cerebro humano es el órgano del cuerpo más complejo y desconocido de todos. Entender la forma en la que pensamos, procesamos la información o tomamos decisiones es hoy todavía un reto para los neurocientíficos y algunos dicen que, tras la era de la tecnología y el conocimiento, la próxima será la del cerebro.

Pero como todo órgano, el cerebro no es perfecto y en numerosas ocasiones nos “engaña” de forma sutil pero efectiva, afectando a nuestro comportamiento, a la percepción de las cosas o a la toma de decisiones.

Por ejemplo, solemos recordar casi siempre eventos pasados que nos han sido gratificantes, ampliando su efecto en intensidad y tiempo, olvidando que en ese mismo pasado tuvimos también otros no tan positivos. Esto lleva a pensar a mucha gente que “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

O cuando recordamos lo bien que sabían los tomates de antes, por ejemplo, a diferencia de los insípidos de hoy. En este caso, como en el anterior, nuestro razonamiento está sesgado por una interpretación selectiva de nuestros recuerdos que se hace en nuestro cerebro y de la que no somos conscientes en la mayoría de los casos.

Los sesgos cognitivos son las interpretaciones erróneas o ilógicas de la información disponible, al dar demasiada importancia o demasiada poca a algunos aspectos de esta. Son procesos involuntarios y normales en toda persona, pero es necesario conocerlos para paliar en lo posible sus efectos.

Además de modificar la interpretación de la información, los sesgos nos conducen a decisiones y actuaciones que no son acertadas si lo hubiésemos valorado todo desde un punto de vista racional y neutro.

Desde el punto de vista de la dirección estratégica de marketing es importante conocer estos sesgos, ya que la audiencia a la que dirigimos nuestros mensajes estará condicionada por ellos. No tenerlos en cuenta podría hacer fracasar la estrategia.

 

Vamos a conocer algunos de los sesgos cognitivos más comunes.

 

Sesgo de autoridad.

Las personas confiamos en lo que opine una supuesta figura de autoridad. Si ves a una persona con bata que nos recomienda un dentífrico o un mecánico que usa un determinado lubricante, estás viendo al sesgo de autoridad en pleno funcionamiento.

Las personas famosas y las influencers también aprovechan de alguna manera este sesgo.

 

En ocasiones se utiliza mal en marketing cuando una figura que en teoría debería ser de autoridad en realidad no lo es. Y el efecto que se produce es el contrario, desacreditando la marca.

 

Efecto marco.

Dependiendo de cómo se presente la misma información, esta será interpretada de forma diferente.

Mira este anuncio de los helados Magno.

 

Si se hubiese presentado en un entorno veraniego, con una playa, una familia con los helados… es seguro que el helado Magno no se vería como un producto de alta calidad, gourmet y casi de lujo.

 

Efecto arrastre.

Es la tendencia a hacer o creer en algo porque muchas personas lo hacen o lo creen.

Si en tu estrategia de comunicación utilizas grupos de consumidores que afirman algo que beneficia a tu marca, estarás usando el efecto arrastre. Es muy eficaz en publicidad, como demuestran todavía hoy algunas campañas. La clave para que sea efectiva es que el público objetivo se identifique con el perfil de las personas del grupo.

 

Maldición del conocimiento.

Una vez que sabemos algo, asumimos que todos los demás también lo saben. Este sesgo cognitivo se produce cuando un individuo, en comunicación con otras personas, sin saberlo, supone que los otros tienen los antecedentes necesarios para entender lo que dice.

Los anglicismos que se utilizan en muchas de las notas de prensa, emails, presentaciones o campañas son un ejemplo actual en el que se presupone que los destinatarios conocen. Y muchas veces no es así, creando confusión y reduciendo el impacto del mensaje, cuando no haciéndolo inútil.

Más aún, destacar elementos técnicos o funcionalidades del producto que no le dicen nada a la audiencia, además de crear confusión, impide una comunicación eficaz y con impacto. Por ejemplo, no es lo mismo decir “Un moderno ERP para optimizar los procesos en tu organización” que “Un moderno software de gestión empresarial para mejorar el trabajo diario en tu organización”. La segunda opción será entendida por más personas que la primera.

Lo mejor es adaptar siempre el lenguaje al perfil del destinatario. Y si existen dudas acerca de la comprensión de algún concepto, simplificarlo al máximo. La primera regla en comunicación es que se entienda el mensaje.

 

Sesgo de confirmación.

Es uno de los más conocidos. Se produce cuando damos preferencia y mayor credibilidad a la que confirma nuestras creencias o cultura.

Trasladado a las acciones de marketing y comunicación, se traduce en mensajes o estrategias que utilizan las creencias arraigadas en el público al que nos dirigimos para que este confíe más en nuestra propuesta y marca.

Por ejemplo…

 

Conocer la cultura y los valores de nuestros potenciales clientes es imprescindible para conectar con ellos de forma natural.

 

Efecto de primacía/recencia.

El orden en el que se presente una información hará esta más o menos relevante.

Normalmente, lo primero que vemos, pero también lo último, es a lo que prestamos mayor atención y a lo que hacemos caso. La información intermedia pasa más desapercibida.

En las notas de prensa, el titular tiene que condensar el mensaje principal, haciéndolo atractivo al destinatario. Muchas veces es lo único que lee. Esto se puede aplicar también a cualquier otro canal, como un email (el asunto es clave), una newsletter, una página web o un anuncio.

Las personas tendemos a resumir una información fijándonos muchas veces solo en el comienzo y el final. Por eso, hay que hacer un esfuerzo para que precisamente estas partes del mensaje trasmitan lo más relevante para nuestra marca y objetivos.

 

Efecto de anclaje.

Las personas suelen dar más valor a la primera información que se les ofrece y muchas veces toman la decisión en función de esta.

Este sesgo nos enseña que tenemos que ser muy cuidadosos cuando lanzamos una nueva campaña con varias fases. La primera información que reciba la audiencia será la que mayoritariamente tomen como más importante, y en la que posiblemente basen sus decisiones. Los mensajes posteriores deberán reforzar el primero, nunca ponerlos en conflicto.

 

Efecto IKEA.

Se le da un mayor valor a las cosas que hemos creado parcialmente nosotros mismos.

Un nombre adecuado para este sesgo cognitivo tan conocido como poco usado.

Si haces partícipe a tus clientes del proceso de creación de un producto o servicio (aunque basta con que consigas ese efecto) será más fácil que acaben adquiriéndolo.

Hay muchas formas de conseguirlo. La más habitual es la “personalización” del producto o servicio. Por ejemplo, May Deco Studio te propone que diseñes tu propio elemento de decoración parta hacerlo único:

 

Percepción selectiva.

Es la tendencia según la cual las ansias, esperanzas o ilusiones afectan a la percepción.

Este sesgo es bien conocido por los psicólogos. No hay duda de que el estado emocional de las personas influye en la percepción de las cosas, en su interpretación y por supuesto, en la toma de sus decisiones.

Uno de los ejemplos más visibles hoy es el efecto de la pandemia en el ánimo de todos nosotros. El cansancio por las restricciones, el temor al contagio o el deseo de una vuelta a la normalidad han sido y siguen siendo aprovechados por los profesionales del marketing en sus estrategias. Muchas veces con gran éxito.

También preocupaciones como la seguridad, el cambio climático o la vida saludable son utilizados en las comunicaciones con la audiencia, a veces sin demasiados resultados.

Entender qué es lo que preocupa o impacta emocionalmente en el público al que nos dirigimos es crucial para elaborar un argumentario emocional en las estrategias de marketing y comunicación.

 

Como ves, conocer cómo funciona nuestro cerebro y la forma en que procesa la información es muy útil para todos los que nos dedicamos al marketing y la comunicación. Y, aunque la ciencia avanza cada día más, todavía queda mucho para entender del todo este órgano tan complejo como maravilloso.

Las neurociencias nos dirán más cosas en el futuro, pero, de momento, quedémonos con lo que ya conocemos, estos sesgos tan estudiados y que tanto nos dicen sobre nuestra forma de pensar, razonar y actuar. Viene bien conocerlos, tenerlos en cuenta en nuestro marketing y aprovecharlos para conseguir un mayor alcance y eficacia en nuestras estrategias.

 

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Publicidad y Marketing en nuestros sueños

¿Veremos también anuncios en nuestros sueños?

La verdad es que los marketeros no ganamos para sustos. Si la robotización y la Inteligencia Artificial ya eran amenazas importantes para el sector en el corto plazo, como de forma atrevida expuse no hace mucho en este mismo blog, ahora aparecen nuevos ecosistemas donde desplegar nuestras campañas de marketing y comunicación. Me refiero al tan de moda Metaverso y a nuestro propio cerebro.

Yo recuerdo, y no soy tan mayor, la época en la que para atraer la atención del posible cliente se utilizaban únicamente medios como la televisión, la radio, los medios escritos o las vallas publicitarias. Especialmente ese último soporte, las vallas publicitarias, eran una auténtica diversión para mí en los viajes por carretera. Me encantaba ver los diferentes productos que se anunciaban mientras pasaban ante mí a velozmente través de la ventanilla del coche como si fuese una película. Admiraba esos mensajes cortos pero potentes junto a unas imágenes no menos impactantes. Hoy, con escasas vallas operativas, como nuestro toro de Osborne, todavía me asombro de la capacidad de los creativos para captar tu atención a su mensaje en un espacio de tiempo tan pequeño.

Y recuerdo especialmente esos anuncios de Nitrato de Chile, Philips o Michelín, verdaderas joyas publicitarias hechas con azulejos. Por no hablar de Ulloa Ópticos (firma madrileña fundada en 1919 y que todavía existe) que fue un pionero de la publicidad en las carreteras españolas, eso sí, simples grafittis, ya en 1925. Sí, hace años el marketing y la publicidad eran más sencillos.

 

Internet, segundo escenario de marketing.

Al mundo físico que todos conocíamos se unió el mundo virtual, nacido con internet. En los primeros años de la década de los noventa del pasado siglo XX aparecían los primeros banners, a los que siguieron la publicidad en buscadores, los emails, las ventanas emergentes, la publicidad en redes sociales…

Ahora tenemos que planificar nuestras estrategias de marketing teniendo en cuenta tanto el mundo online como el offline. Cada mundo tiene sus ventajas y sus reglas. Dentro de cada mundo, los canales también tienen sus diferencias. Y, por encima de todo, el objetivo de cualquier empresa y responsable de marketing de captar la atención del público objetivo y, si hay suerte, interaccionar con él.

Con la tecnología como nuevo aliado y el dato como referencia el marketing digital se ha convertido en el nuevo protagonista de las campañas. Gracias a la automatización y al uso de métricas, es posible realizar una campaña de marketing en un tiempo razonable y con resultados medibles instantáneos.

Aunque no todo es lo que parece. En este mundo, como en el físico de toda la vida, se realizan muchas acciones sin planificación y sin estrategia previa. Lo digital, como muchas veces me habrás oído comentar, no es un fin sino un medio, tan complejo y diverso como el medio analógico donde también se han cometido infinidad de errores estratégicos y donde la Inteligencia Artificial llevará al Marketing Automation a un nuevo nivel.

Estos nuevos espacios de interacción han ampliado tanto las posibilidades del marketing que, con presupuestos cada vez más ajustados, hace muy complicada la elaboración de estrategias efectivas, las que consiguen captar la atención del público. Como siempre, la adaptación a cada empresa, sector y público objetivo, junto a una priorización de canales, facilitan la labor, pero no hay duda de que ahora, debido a la dispersión de la audiencia en tantos canales, el esfuerzo del equipo de marketing es mayor.

Y esto parece ser solo el principio de algo que ya se empieza a vislumbrar.

 

Metaverso, un nuevo mundo ha nacido.

Neal Stephenson fue el primero que utilizó el término Metaverso en su novela de 1992 Snow Crash. En ella el protagonista es repartidor de pizzas en el mundo real y guerrero samurai en dicho metaverso, un mundo con todo lo que podrías esperar del mundo tangible pero totalmente virtual, con espacios inmersivos en 3D y todo tipo de elementos digitales para que la experiencia del usuario sea tan vívida como para no distinguirse de la real. Por cierto, el término avatar (el doble de uno en el metaverso) también aparece por primera vez en esta novela.

Second Life (2003), quizás alguno la recuerde, fue un intento de crear un mundo virtual donde las personas pudiesen vivir una segunda vida en el mundo cibernético. Parecía una buena idea, incluso empresas de todo tipo abrieron oficinas en ese mundo que contaba además con una moneda propia. Y también había anuncios, por supuesto. Sin embargo, la tecnología de la época no estaba preparada para ofrecer al usuario una experiencia inmersiva convincente. Y fracasó.

Según Mark Zuckerberg, el Metaverso será una internet aún más inmersiva y encarnada, en la que estás en la experiencia, no solo mirándola. Casi una réplica aumentada del mundo en el que vivimos, donde se rompen las barreras de tiempo y distancia y donde podemos hacer distintas actividades de la vida de hoy que hacemos en digital, en ese mundo. Pero siendo protagonistas.

Añade Zuckerberg que en el universo digital que será el metaverso podrás teletransportarte instantáneamente como un holograma para estar en la oficina sin tener que desplazarte, o a un concierto con amigos o a la sala de tus padres para ponerte al día.

Ahora se han unido al Metaverso numerosas empresas tecnológicas, como Microsoft, que promete reuniones virtuales en espacios inmersivos para empresas. La evolución de su plataforma Teams para reuniones. Los famosos NFT (Non Fungible Tokens), de los que hablé no hace mucho, son un perfecto ejemplo de producto diseñado en el Metaverso.

Si todo se desarrolla como se espera y la tecnología hace accesible este nuevo universo digital, serán millones los usuarios que tengan una segunda vida en él. Entretenimiento, trabajo, múltiples servicios, viajes, adquisición de inmuebles, relaciones personales…no hay límite a lo que se podrá hacer en el Metaverso. Un mercado nuevo muy atractivo para los profesionales del marketing y la comunicación.

Según lo veo hoy (no sé dentro de tres años) las estrategias de marketing en el Metaverso dependerán muy directamente de las tecnologías que existan para poder exprimir todo el poder de ese mundo virtual. Y me temo que no será nada barato.

La primera dificultad será la de comprender el funcionamiento de este universo. ¿Habrá vallas publicitarias virtuales? ¿Cómo se podrá segmentar al público objetivo? ¿Existirán patrocinios de los eventos digitales que se realicen? ¿Ferias virtuales? ¿Cómo se medirán las interacciones? ¿Qué tipo de contenidos habrá que hacer, en qué soportes y en qué espacios tendremos que difundirlos? Y así seguiríamos…

Las reglas del Metaverso todavía no están escritas, como no lo estaban las de internet cuando este nació. Y tampoco sabemos la velocidad en la que se desarrollará. ¿Será un chasco como Second Life? ¿Podrán acceder a él de forma generalizada todas las personas? ¿Quién controlará todo?

Las empresas deberían estar atentas a cómo evolucionará este nuevo espacio. Si todo va como se espera, abrirá nuevas oportunidades para que las marcas tengan una presencia en un entorno completamente nuevo y que está abierto a la imaginación y la creatividad de los que apuesten por él. De momento, la Universidad Complutense de Madrid ya ha lanzado dos títulos para formarse en el Metaverso.

Para nosotros, los profesionales del marketing y la comunicación, será un nuevo frente con el que tendremos que lidiar, además de los actuales físico y virtual. Entender este nuevo mercado, sus posibilidades y sus riesgos será un verdadero reto. ¿Desaparecerán con el tiempo las webs corporativas para ser sustituidas por empresas virtuales en el Metaverso? ¿Y las redes sociales? ¿Los medios online se trasladarán al nuevo espacio? ¿Habrá ferias sectoriales? Interrogantes que se irán respondiendo en los próximos dos o tres años.

¿Es este el último espacio donde planificaremos nuestras campañas y acciones de marketing? Parece ser que no…

 

Los sueños, la última frontera para el marketing.

Hace unos días leí una noticia que no sé si me causó más curiosidad e interés que temor. Parece ser que la empresa cervecera Coors realizó un experimento para que las personas fueran inducidas a consumir su bebida después de visualizar un video online y luego reproducir un “paisaje sonoro” de ocho horas durante la noche, mientras dormían.

Este experimento estaba destinado a que durante la Super Bowl los participantes sintieran la necesidad de consumir esta cerveza, condicionados por lo que su mente había recibido durante la noche.

 

Más allá de si el experimento funcionó o no, lo cierto es que se ha abierto un nuevo frente que puede tener consecuencias inesperadas. ¿Es lícito utilizar nuestros sueños como espacio para la publicidad? ¿Tiene consecuencias sobre nuestro cerebro?

Muchos científicos alertan que la actual disponibilidad en las casas de aparatos conectados a internet, como por ejemplo Alexa, abre la puerta a que durante la noche estos puedan emitir publicidad, sin que seamos conscientes de ello. Y, aunque pienses que es ciencia ficción, ya hay grandes multinacionales investigando este nuevo canal publicitario.

Ante esto, más de 35 científicos e investigadores han firmado una carta alertando de los riesgos morales de este nuevo campo de batalla marketiniano. Yo, desde luego, también la firmaría.

Las posibilidades de la tecnología vuelven a demostrar que esta sigue avanzando muy por delante de la evolución social. Internet tardó muchos años en organizarse, después de múltiples fallos, en especial en temas como la privacidad y la seguridad, y aún sigue regulándose. El Metaverso está naciendo, aún sin reglas ni protocolos. Y el marketing onírico está haciendo sus primeras pruebas.

Es seguro que en pocos años veremos nuevos espacios de interacción entre personas y empresas, algunos que todavía ni siquiera imaginamos. La tecnología puede crear mundos virtuales, de hecho, ya existen, pero esto no significa que desaparezcan los espacios tradicionales. Es más, ahora las personas vuelven a estar en el centro de todas las estrategias empresariales. Nos hemos dado cuenta que el contacto humano traslada emociones que difícilmente puede hacer un espacio virtual, como seguro habrás comprobado en estos últimos tiempos con las reuniones por videoconferencia.

Y cualquier nuevo desarrollo, si quiere perdurar, tendrá que contar con las personas, estar a su servicio, serle útil, aportarle más valor o mayores capacidades. Es la alineación de la tecnología con las personas, lo que se conoce como Humanismo Digital. Un concepto que une las humanidades con los avances tecnológicos. Las estrategias empresariales deberán tomar nota de todo esto si quieren tener éxito en cualquier escenario en el que compitan. Y las estrategias de marketing y comunicación también. Tener en cuenta a las personas, evitar el intrusismo y la invasión de la privacidad y guiarte por una ética responsable son principios que serán siendo igual de válidos en cualquiera de los mundos presentes o futuros en los que convivamos.

Y en cuanto a nosotros, los marketeros, nos espera una nueva vuelta de tuerca. Los nuevos espacios virtuales que están llegando son también oportunidades para una nueva estrategia de marketing. No importará el soporte ni el canal, porque siempre existirá la necesidad de que las marcas sigan estando presentes donde estén sus clientes, aunque sean avatares.

Pase lo que pase, nos espera un futuro muy interesante, tanto para las personas como para las empresas. Mi única preocupación es si de verdad seremos capaces de vivir tantas y tan diferentes vidas (reales o virtuales) y, sobre todo, si nos enriquecerá como personas. Para saberlo, me temo, tendremos que esperar unos pocos años.

 

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Contactos Comerciales Marketing y Comunicacion Estrategicos

Mucho ruido y pocas nueces… ¿Por qué no se hacen más contactos comerciales?

Estamos en la era de la comunicación y de la globalización. Nunca ha sido tan fácil conectar personas o empresas estén en el lugar del mundo que estén. Las relaciones de todo tipo son más sencillas de establecer y supuestamente ahora estamos viviendo una etapa donde ya no existen fronteras a la hora de comunicarse.

Tanto las pymes como las personas deberían poder acceder a todo aquello que les interesa y adquirir cualquier producto o servicio que se adapte a lo que buscan a solo un clic o una videollamada de distancia. Y, sin embargo, cada día, solo en España, miles de posibles operaciones comerciales se quedan sin realizar por la invisibilidad de las partes interesadas. ¿Qué está pasando?

 

Señal y ruido. La era digital como ventaja y problema.

En comunicación, se denomina “ruido” a toda señal no deseada que se mezcla con la señal útil que se quiere transmitir. Es un concepto que puede aplicarse a muchos campos, como la física, las telecomunicaciones o la astronomía, pero abarca cualquier tipo de comunicación.

Hoy vivimos en un mundo donde los canales de comunicación se han multiplicado en pocos años. Donde antes estaban los medios escritos, la radio, la televisión o el teléfono fijo ahora conviven los smartphones, las tablets y los ordenadores portátiles.

Internet ha democratizado el acceso a la información y a las comunicaciones de forma exponencial. Incluso canales tradicionales como la radio o la televisión tienen ya sus homólogos digitales, podcasts y canales de video, como Youtube, que amplían el espectro de posibilidades para interconectar.

Estos son algunos impactantes datos de lo que sucede en internet cada minuto:

  • 6 millones de personas compran en tiendas online.
  • Amazon factura 244.000 €.
  • Microsoft Teams (reuniones online) conecta a 100.000 usuarios.
  • 575.000 usuarios de Twitter publican un tuit.
  • Zoom hospeda 856 minutos de webinars.
  • 865,445 € gastados en compras online.
  • 1.388.889 llamadas de voz o videollamadas.

Todo este volumen de información compartida y operaciones realizadas ¿son ruido o señal? ¿Podemos digerir todos estos datos? ¿Son todos relevantes? Si te has fijado en las cifras anteriores estarás de acuerdo que es imposible acceder a la mayor parte de la información que se genera cada día en internet.

Millones de noticias, emails, mensajes, llamadas, tuits, blogs, anuncios online, videos o nuevas plataformas de venta online van directamente a la basura para la gran mayoría de sus posibles destinatarios. Lo peor es que no solo de va a la basura la información tipo “ruido” (la irrelevante) sino que también tiene el mismo destino la “señal” que sí interesa.

Hemos generado un ecosistema digital que es imposible de digerir y esto ha creado un gran problema para las empresas, que, si bien ahora tienen más fácil tener presencia en la red, tienen mucho más complicado poder llegar al público al que se dirigen, consumidores finales u otras empresas.

Este problema alcanza a los departamentos de marketing y comunicación, que ahora tenemos que lidiar no solo con los mercados tradicionales ya de por si saturados, sino con el nuevo mundo digital, que dobla su tamaño cada poco tiempo y donde tener visibilidad es cada vez más difícil.

 

Conectar con el público al que te diriges…

Hasta la llegada de la nueva era digital, los equipos de marketing teníamos a nuestra disposición herramientas muy bien asentadas que, además, podíamos utilizar dependiendo de la tipología de la empresa y su público objetivo:

  • La televisión llega a un público masivo y heterogéneo que se puede segmentar hasta cierto punto por perfil de usuario o zona geográfica (televisiones autonómicas/locales). La radio y la prensa generalista funciona de forma similar.
  • Los medios sectoriales permiten llegar a un público especializado.
  • Las ferias también son un buen lugar de encuentro para conocer las últimas novedades de un sector en un solo espacio.
  • Las relaciones públicas siguen siendo un pilar fundamental para el contacto estrecho con nuestros clientes.
  • El marketing directo es un arma de diferenciación que suele tener mucho impacto.

Los profesionales del marketing y la comunicación tenemos el reto de buscar, analizar, seleccionar y segmentar aquellas herramientas más efectivas para conseguir los objetivos de nuestros clientes, ajustándonos además a un presupuesto limitado. Un trabajo que, bien hecho, da resultados a medio plazo: visibilidad, construcción de marca y relaciones comerciales y generación de leads.

La irrupción del universo digital no ha hecho desparecer las acciones de marketing y comunicación tradicionales, más bien lo que se ha producido es un modelo híbrido de convivencia entre los dos mundos, de forma que ahora las empresas buscan tener visibilidad en ambos universos, con al añadido de tener que manejar presupuestos similares…

Ahora tenemos a nuestra disposición nuevas herramientas:

  • Plataformas de venta online propias o compartidas (marketplaces, ferias virtuales).
  • Social Marketing (RRSS, para interactuar con los clientes).
  • Publicidad online.
  • Comunicación en medios digitales.
  • Posicionamiento en buscadores (SEO/SEM).
  • Email marketing.
  • Webinars, newsletters y blogs.
  • Aplicaciones móviles.
  • Mensajería instantánea y comunicaciones móviles.

 

Pero no es solo cuestión del número de canales sino, como hemos visto, de que cada canal es un universo en sí mismo, con millones de usuarios (potenciales clientes) y millones de empresas competidoras, todos intentando sobresalir y encontrar oportunidades. Además, hay que discriminar entre el “ruido” que supone la mayoría de la información presente en estos canales de la “señal” que nos interesa encontrar. ¡Un verdadero reto!

El cliente potencial, más si cabe desde el inicio de la pandemia, se ha vuelto más digital, eso es un hecho. Ahora utiliza los canales online para informarse, realizar contactos y establecer relaciones comerciales. Pero también demanda una buena experiencia offline donde lo “humano” tenga su espacio. No hay nada más decepcionante que los robots que atienden en muchos de los servicios de atención al cliente, tan lejos de lo que debería ser una comunicación cercana y personalizada.

Conectar oferta y demanda es cada vez más difícil y se siguen quedando sin cerrar miles de operaciones comerciales cada día. Ante este hecho, las empresas y los profesionales de marketing y comunicación tenemos que cambiar nuestro modo de pensar, ser más analíticos y selectivos en nuestra estrategia. Ni pensar que todo ha cambiado (solo es útil lo digital) ni que todo puede seguir siendo como antes. Y en especial, no ponernos nerviosos por los cambios.

Conectar con tu público objetivo todavía es posible, eso sí, te llevará más trabajo que antes y puede que consumas más recursos, aunque esto último no sea siempre cierto.

 

Vuelve a la casilla de salida…tus clientes potenciales siguen estando ahí.

No pretendo darte la solución mágica y personalizada para navegar por el inmenso océano del mercado en busca de tus clientes potenciales. Eso requiere, como hago en mi trabajo diario, sentarse con las empresas y realizar una reflexión estratégica con ellas antes de abordar cualquier plan de actuación. El tamaño y el sector de cada pyme son cruciales para elaborar cualquier estrategia de marketing. Sus objetivos también. Pero hay pistas comunes que te pueden orientar y ver la situación más clara que antes de sentarte a buscar soluciones.


1. Tus clientes siguen estando ahí, y no, no se encuentran en todos los sitios ni son igualmente activos en los mismos.

Parece de cajón, ¿no? Pensamos que los clientes ven la televisión, escuchan la radio, navegan por las RRSS, escuchan podcasts, leen revistas del sector y sus correspondientes newsletters, atienden todos sus emails y aún les queda tiempo para asistir a ese webinar tan interesante para ellos y que con tanta ilusión has preparado. ¡Pues no!

Tus clientes, como tú, son muy selectivos a la hora de interactuar en todos estos canales y otros muchos. Además, trabajan y tienen familia y amigos. Su tiempo, como el tuyo, es muy limitado y preciado, y lo invierten en aquello que les es útil, necesario o les gusta. Por eso la pregunta que debes hacerte es: ¿conozco a mis clientes? ¿qué les gusta? ¿qué medios consumen? ¿qué valoran? Antes de abrumarte por el ingente número de canales de comunicación que hay, dedica el tiempo necesario a entender a tus clientes. Si fueras ellos… ¿qué harías?

 

2. Cuanto más grande sea un canal, más difícil (y costoso) será tener visibilidad en él.

Salir en los primeros resultados en Amazon te costará mucho más que salir en la portada de una revista referente del sector al que te diriges. Una campaña de email marketing bien segmentada y diseñada con una estrategia adecuada será más efectiva y consumirá menos recursos que anunciarte en una televisión local. Crear contenidos de valor y utilizarlos en tus campañas de RRSS puede ser una opción más rentable a medio plazo que una campaña de banners en medios sectoriales digitales. Y así podríamos seguir…

Lo que quiero que veas es que no siempre lo más conocido o lo que la gente piensa que es mejor es lo más adecuado para tu caso concreto. ¿Salir en Google en la primera página en búsquedas naturales? ¿Una entrevista en la principal revista del sector? ¿Anuncios en LinkedIn? Salvo que dispongas de un gran presupuesto, no puedes estar en todos los sitios en las mejores posiciones. Y siempre habrá otras empresas que paguen más que tú.

Selecciona tus canales según el criterio del perfil de tus clientes y no te dejes llevar por lo más obvio, que suele ser lo más caro e ineficaz. Dedica tiempo a analizar todas las posibilidades, sé muy selectivo y abierto a todas las posibilidades.

 

3. Comunica lo que es relevante para tus clientes, no para ti.

También es una obviedad, pero tengo que recalcarlo. Ponte siempre en el lugar de tu cliente. No te dediques a decir lo bueno que eres, la alta calidad de tus productos o lo que inviertes en I+D+i. Eso a tu cliente no le importa. Todos dicen que son buenos y que su calidad es inmejorable, eso no aporta nada, es más, tus clientes lo dan por hecho.

Lo que los clientes quieren saber es lo que te hace diferente del resto para resolverles una necesidad que tienen. Les importa, y mucho, qué tipo de empresa eres, qué valores tienes y por qué haces lo que haces. Y, por supuesto, que no estás para venderles nada (aunque sea el fin último), sino para ayudarles a conseguir sus propios objetivos, que es lo que realmente les interesa. Quieren un aliado, un partner, no un mero proveedor. Todo esto es lo que tienes que comunicar, independientemente del canal.

 

4. Constancia…y paciencia.

Las campañas a corto plazo, salvo promociones concretas, suelen dar también cortos resultados. Si lo que quieres no es vender sino construir relaciones estables en el tiempo con tus clientes, hacer marca y mantenerla a medio plazo, olvídate de invertir tiempo y recursos en acciones aisladas. Lo único que te mantendrá conectado con tu público es una estrategia mantenida en el tiempo, que es la que de verdad te dará la visibilidad que buscas.

Por tanto, si no estás dispuesto a crear contenidos de valor de manera continua, mejor olvídate del marketing de contenidos. Si tampoco tienes tiempo para interactuar de forma regular en LinkedIn, mejor no estés. Si solo puedes hacer un anuncio en una revista del sector que es referencia, no la hagas. Es mejor no hacer nada que hacer poco y mal. Te ahorrarás dinero e insatisfacciones.

Por eso, a la hora de elegir tu estrategia de marketing y comunicación, ten presente el medio y largo plazo, y la dedicación que vas a tener que darle. Si puedes con ello, ¡adelante!

 

Entonces… ¿Por qué no se hacen más contactos comerciales?

Yo creo que ya tienes la respuesta después de leer todo lo anterior. Una mala elección de los canales, abarcar demasiado, una mala comunicación, intentar destacar donde es imposible hacerlo, malas decisiones tomadas por impulso, actuar solo en el corto plazo…

No se hacen más relaciones comerciales porque muchas veces somos nosotros mismos los que provocamos nuestra invisibilidad en el mercado. Algunas empresas directamente renuncian al marketing y la comunicación, confían ciegamente en que le llamarán a su puerta por lo buenos que son. Se hacen ellos mismos invisibles.

Otras realizan acciones agresivas de corta duración y nulo efecto. Desanimadas, pasan a la zona oscura del mercado. Y otras más ponen todos sus recursos en San Google o San Amazon, donde descubren que hay otros que habían pensado lo mismo y tienen más músculo financiero que ellas para hacerlo. Demasiadas velas al santo…

Lo cierto es que ahora es más fácil hacer relaciones comerciales. Disponemos de más canales y herramientas para una buena estrategia de marketing. Lo que falla es que nos abruma la cantidad y por falta de criterio, nos perdemos entre tantas opciones, eligiendo mal y esperando resultados inmediatos.

Ya sea un negocio local o nacional / internacional, un mercado B2C o B2B, ahora es cuando hay más opciones para realizar una estrategia de marketing y comunicación efectiva y casi hecha a tu medida. Pero hay que hacerlo con criterio. El modelo de estrategia de marketing híbrido (marketing tradicional / marketing online) aprovecha lo mejor de ambos mundos y produce una comunicación omnicanal. La selección del mix es la clave de todo.

Piensa que incluso la todopoderosa Amazon, el mayor marketplace del mundo (con permiso de China) utiliza un marketing híbrido en su estrategia. Tan pronto ves anuncios suyos en televisión o en vallas publicitarias como en la publicidad online. Además, es ejemplo que demuestra que, aun siendo líder en su categoría, necesita una presencia fuerte en los canales para mantener su privilegiada posición.

Si miras en tu propia empresa… ¿Crees que estás perdiendo posibles contactos comerciales? ¿Qué estrategias de marketing y comunicación estás realizando? ¿Están siendo efectivas a medio plazo? ¿Te estás replanteando una estrategia diferente?

Yo creo que son preguntas que bien merecen una reflexión, ¿no crees?

 

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El marketing el mejor regalo para tu empresa

Los tres regalos del marketing a las pymes para la noche de reyes.

Si hiciésemos un sondeo rápido a diferentes empresas preguntándoles qué les pedirían a los Reyes Magos de Oriente para este año 2022 la mayoría de ellas responderían “vender más” o bien “tener más clientes”. Y no sería sorprendente.

En general, estos dos últimos dos años han sido muy duros para la mayoría de las pymes, algunas han sufrido cierres obligados, otras han tenido que acudir a los ERTEs, y las más han visto como disminuían alarmantemente sus cifras de facturación. Y, después de todo, muchas todavía siguen subidas al tigre sin más objetivo que no caerse de él para que no le devore.

Ahora, a comienzos de un nuevo año, puede ser el momento para que las pymes nos pidan a los marketeros los regalos que desearían que les dejáramos junto a sus zapatos en la noche de reyes. No son regalos mágicos, desde luego, pero seguro que muchos nunca habían pensado que el marketing podría ser el compañero ideal que les ayude a bajarse de ese tigre sin riesgos.

 

Vamos con los regalos…

Oro.

Sin duda, el metal más preciado de todos, el que representa lo más valioso.

Para cualquier empresa, lo más valioso de todo son sus clientes, los actuales y los futuros. El marketing te trae las herramientas clave para perfilar a tu público objetivo, fidelizar a los actuales y generar las estrategias más adecuadas para que tu empresa brille y destaque en el mercado.

 

Incienso.

Un humo perfumado muy agradable que se utilizaba para purificar el ambiente con un aroma muy singular.

El marketing te deja como regalo las claves para que tu empresa identifique aquello que la hace única y diferente. Convertir esos valores diferenciales en posicionamiento de marca es lo que una buena estrategia de marketing puede conseguir. El reto es importante, pero los beneficios aún más.

 

Mirra.

Parece ser que era una resina aromática que se utilizaba con fines medicinales.

El marketing te deja en cambio como regalo una estrategia para conectar con tus clientes, captar su atención y conseguir interacción. La forma de hacerlo variará dependiendo de qué tipo de empresa seas, tus objetivos y el sector. Como en cualquier regalo, este se personaliza y se envuelve a medida de cada cliente.

 

Como ves, el marketing no te trae una bolsa llena de clientes listos para incorporar a tu cartera, ni dinero para mejorar tu cash-flow, tampoco la varita mágica para que tú mismo puedas hacer prestidigitación en tu empresa. No son “regalos trampa”.

El marketing estratégico es un regalo en sí mismo para las pymes. Es una caja que contiene una nueva visión de tu negocio y que puede ofrecerte nuevas oportunidades de crecimiento. Te aportará quizás un cambio de mentalidad y una nueva manera de enfocar tus esfuerzos como empresa.

 

Enfoque en los clientes, posicionamiento y estrategia son los tres regalos que el marketing te deja esta noche de reyes. ¿Será el mejor regalo que hayas recibido nunca? Descúbrelo por ti mismo.

 

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Comunicacion en Marketing

Cuidado con lo que comunicas… ¡y cómo lo comunicas!

“Se alquila casa rural para grupos con jacuzzi”.

Cuando hablo de comunicación siempre me acuerdo de este anuncio que vi pegado en una farola hace ya algún tiempo. Me paré con cara extrañada y no pude menos que sonreír al pensar en la gente que llamaría al teléfono de contacto preguntando “Somos un grupo, pero no tenemos jacuzzi. ¿Podemos alquilar la casa?”

Este ejemplo tan cómico como real ilustra la importancia que tiene el cuidado del lenguaje en comunicación. Y no es el único caso con el que me he encontrado. Basta leer estos anuncios callejeros, escuchar a algunos políticos, repasar los medios de comunicación o incluso leer algunas notas informativas para encontrarse con errores de bulto que, más que comunicar, lo que hacen es provocar el desconcierto, cuando no la burla.

Y es que muchas veces se pone el acento en lo que se quiere comunicar olvidando la importancia que tiene cómo hacerlo de manera correcta. Y no es difícil hacerlo bien si te ajustas a unas normas tan básicas como evidentes que, a pesar de ello, se pasan muchas veces por alto.

 

  • La más importante es “hacerte entender”. En otras palabras, que lo que comuniques pueda ser entendido sin interpretaciones alternativas por el público al que te diriges. ¿Por qué se empeñan muchas marcas de perfume en locutar sus anuncios en un perfecto francés? A mí personalmente me parece un error. A cambio de parecer más “elegante” se dicen cosas que casi nadie entiende (bien podrían llamarte “idiota” sin que te enteraras).

 

  • Claridad y sencillez. Lo que digas, dilo en las menores palabras posibles, utiliza un lenguaje claro y evita obviedades. (Una vez vi en el escaparte de una panadería “Hay pan del día”).

 

  • No solo adapta tu lenguaje al público al que te diriges. También al canal en el que lo comuniques. No es lo mismo un blog que un anuncio en prensa, ni un banner en una página web que una rueda de prensa. Cada medio tiene sus formatos, reglas y limitaciones.

 

  • Se veraz. Lo que comuniques tiene que ser cierto. Si no es así, puede volverse en tu contra, con el consiguiente daño a la marca y a la reputación empresarial. Si no eres ecológico, no lo digas. Si no eres el más avanzado, tampoco. Trasmite solo lo que puedas demostrar.

 

  • No utilices términos o expresiones que tú mismo no entiendas. Si ese es el caso, tampoco lo entenderá tu público. El abuso de anglicismos o expresiones complejas lo único que hacen es poner una barrera entre tu audiencia y tú.

 

  • No cometas errores gramaticales u ortográficos. Además de ofrecer una mala imagen, puedes cambiar el sentido del mensaje. No es lo mismo “Vamos a comer, niños” que “Vamos a comer niños”. Una sutil coma convierte una frase inocente en morbosa.

 

En realidad, son normas fáciles de seguir si se tiene un mínimo de atención y cuidado. Pero la falta de tiempo o el desconocimiento (no todos son expertos en marketing y comunicación) dan lugar a muchos errores. Con estos sencillos consejos podrás mejorar tu comunicación. Y si lo necesitas, siempre puedes contar con profesionales para ayudarte a conseguirlo.

(La próxima vez que veas en una óptica “Oferta: 2 pares de gafas completas por 99 €” pregúntate si una buena comunicación es necesaria o no).

 

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Ley de la Categoria en Marketing

La Ley de la Categoría.

“Si no puedes ser el primero en una categoría de producto, entonces crea una nueva categoría en la que puedas serlo”.

En 1994, Jack Trout y Al Ries publican “Las 22 leyes inmutables del marketing”. Estos dos expertos en marketing estratégico enunciaban lo que ellos consideraban las 22 leyes que siempre se cumplían en el mundo del marketing.

Hoy, casi treinta años después, a pesar de todos los cambios sociales, culturales y tecnológicos, nos planteamos si estas leyes siguen siendo inmutables o bien han perdido validez.

La ley que encabeza esta entrada nos indica que es más difícil entrar en una nueva categoría (nicho de competencia) y llegar a ser el líder que crear una categoría propia donde no existen competidores todavía. Parece una perogrullada, pero no lo es. De hecho, la mayor parte de las empresas prefieren introducirse en mercados en crecimiento que lanzarse a nuevos territorios.

Cuando un mercado o nicho es atractivo atrae a más competidores mientras que la rentabilidad media del mismo sea aceptable. Pero con el tiempo, y con la saturación del nicho, la rentabilidad decrece al mismo ritmo que aumenta la inversión necesaria para mantenerse en él. Al final queda un líder del mercado, un segundo competidor fuerte y algunos otros seguidores menores. La mayor parte de las empresas habrán abandonado el nicho después de generar pérdidas o se habrán creado nuevas categorías dentro de ese nicho inicial.

Sin embargo, si creas una nueva categoría y posicionas fuertemente tu marca en tu público objetivo, serás tú el que marque el camino a los futuros competidores. Ni siquiera hace falta crear un nuevo producto o servicio, basta con que identifiques un “hueco” en un mercado concreto para poder crear esa categoría.

Puede ser una categoría referente a un área geográfica (no soy el mejor en España, pero sí en una región concreta), un perfil de público determinado (el mejor para el público adolescente), una gama de precios (el mejor por debajo de 10 €), por características del producto o servicio (el de gama más amplia, el único con garantía de por vida) o cualquier otra característica.

Pero piensa que al final tu nueva categoría atraerá a la competencia. Tendrás que lograr un posicionamiento rápido y sólido, seguir invirtiendo recursos en la marca, innovar constantemente y, por supuesto, crear nuevas categorías. En definitiva, hacer difícil y costosa la entrada en la categoría a las nuevas empresas. Y, aun así, tu liderazgo siempre estará en cuestión, es la ley del mercado.

El Renault Twingo, el iPhone, IKEA, el Yolado de Danone (helado de yogurt), Hawkers o Legálitas son algunos ejemplos de creación de nuevas categorías, algunas que triunfaron y otras que no.

Piensa donde estás compitiendo y donde podrías hacerlo mejor. ¿Seguro que sabes donde eres más fuerte? Quizás tu categoría estrella te esté esperando y aun no lo sabes. Merece una reflexión, ¿no crees?

Por cierto, la ley de la categoría de Trout y Ries sigue siendo tan válida hoy como cuando la enunciaron.

 

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Eduardo Losada

La búsqueda del “como” sin conocer el “que”.

 

Todos los días escuchamos afirmaciones del tipo: “…en los próximos veinte años un porcentaje que oscila entre el treinta y el sesenta por ciento de los trabajadores, (según la fuente) trabajarán en profesiones que hoy no existen…”. Sea el treinta o sea el sesenta, son muchos millones de personas.

Reflexionemos; si el tiempo medio para desarrollar una habilidad con maestría, o estudiar una carrera y adquirir experiencia en ella, con el objeto de ser un profesional resuelto, es de entre siete o diez años, y hoy en día ni tan siquiera existen los nombres de esas nuevas ocupaciones, profesiones, tendencias o necesidades, ¿dónde, cuándo y en cuanto tiempo se va a formar la gente para ello? ¿Quién va a crear e impartir la materia lectiva de algo inexistente, aunque no sea regulada?

No cabe duda alguna que en el mundo de la sobre información en el que vivimos nadie va a poder desempeñar actividad alguna sin haber antes adquirido una cualificación extraordinaria para su desempeño. Pero no termina ahí el tema, puesto que, ¿qué empresarios u organizaciones van a apostar e invertir por la creación de esas nuevas “empresas” dedicadas a cubrir un mercado o necesidad o tendencia aún inexistente? ¿Y dónde están los años de periodo de maduración inherente a cualquier nueva idea, por revolucionaria que con el tiempo resulte ser, al igual que lo fueron Facebook, Netflix o internet entre otros?

A tenor de esta reflexión existe una dicotomía entre lo que nos cuentan y lo que en realidad será. Si sucediera así faltarían años para inventar, estudiar, crear, formar, cualificar, desarrollar el negocio, asentar experiencia y prestar el servicio. Por lo tanto, parece obvio que dan por hecho una realidad irreal.

El orden normal de la evolución siempre ha sido que, a raíz de buscar o querer cubrir un “que”, precedido del “para” o del “por”, se buscaba el “como”. Hoy todo el mundo habla del “como”, pero no se conoce “que” se va a hacer o necesitar o “que” tendencia se va a seguir, y sin embargo nos generan ansiedad por crear un “como”.

Con este escenario el empresario y la empresa actual, están obligados a diversificar preocupándose lo absolutamente imprescindible por las numerosas nuevas tendencias que surjan a diario, pero eso sí, ahora más que nunca con un ojo puesto en las “startups”, pues es ahí conde nacerá el embrión de cada uno de los “que”, desconocidos hoy.

Trasladando toda esto al nivel del individuo, es vital hoy más que nunca ser un “líder sin cargo”, con la proactividad como principal doctrina de vida.

 

¿Quién es Eduardo Losada?

Nacido en San Sebastián en 1969, pero «jarrero» de adopción, ejerció desde muy joven cargos de responsabilidad en la empresa familiar hotelera, llegando a dirigir cinco hoteles de manera simultánea. Hoy afincado de nuevo en el País Vasco, en un bello entorno natural junto al monte Gorbea, realiza labores de facilitador de negocios para varias empresas del sector industrial en ámbito internacional. Apasionado de los deportes de riesgo y la escritura, ha publicado su primer libro «Lecciones Escondidas» un sencillo manual de auto ayuda apto para todos los públicos que evidencia muchos de los errores cotidianos en la vida de una persona común, arrojando las claves para evitarlos.

www.seulerconsulting.com

Servicio al Cliente en las empresas

La (Des) Atención al Cliente.

☹️Hace unos días tuve una desagradable experiencia. Me encontré con un pequeño problema técnico en mi instalación de fibra óptica y me quedé sin acceso a internet. Rápidamente busqué el contacto de atención al cliente de la empresa con la que tenía contratado ese servicio. Ahí empezó mi calvario.

¿Cuál era el teléfono de atención al cliente? ¡A buscarlo en la web! Fácil ¿no? Pues me costó los suyo. Todo eran chats, FAQ’s o formularios de solicitud (fabuloso cuando no tienes internet…). El teléfono estaba tan escondido que casi diría que no querían que se viese mucho. Por supuesto, un teléfono que cobraba la llamada al usuario, no podía ser menos.

Un robot me hace varias preguntas, y me obliga a llamar otra vez porque no entiende mi voz. Después de la segunda llamada quedo en espera durante 5 minutos (las líneas están ocupadas…). Por fin me atiende una señorita con acento latinoamericano que parecía hablar desde Marruecos y que amablemente me escucha, pero no me resuelve el problema. Me llamará un técnico.

El técnico me llama al día siguiente por la tarde. No lo puede resolver por teléfono. Me indica que me llamarán para que otro técnico acuda a mi dirección y que por un módico precio mirará mi equipo.

En fin, por no aburrir. Después de tres días y previo pago, el problema quedó solucionado. Tres días sin internet, que equivale casi a tres días sin trabajar al cien por cien. Eso sí, tuve una llamada al cuarto día para preguntarme por la calidad del servicio. Al amable robot que me llamó ya imagináis lo que le dije…

Esta anécdota ilustra la importancia que tiene un buen servicio al cliente. Si las empresas fuesen conscientes de que todo el esfuerzo realizado en el resto de la cadena de valor puede destruirse en este último eslabón, cuidarían más esta importante área empresarial.

Y esto pasa en casi cualquier sector de actividad. Parece ser que con tener al cliente captado ya se han cubierto los objetivos. Y es precisamente lo contrario. Cada nuevo cliente tiene que ser un reto para la empresa. Lograr que no solo esté satisfecho con los servicios o el producto adquirido, sino que se sienta orgulloso de ser cliente de esa empresa.

Cuando a muchos se les llena la boca al hablar de la “experiencia de cliente” (customer experience según los más modernos), se olvidan de lo más básico, que no es otra cosa que tener contentos a los clientes y, si es posible, adelantarnos a sus necesidades. En general, los clientes están contentos si se les ofrece lo que esperan de nosotros, ni más ni menos. No tiene sentido adornar el proceso con aditamentos innecesarios cuando se está fallando en algo tan básico como una solicitud de contacto por una incidencia.

Por eso con mis clientes siempre analizo la cadena de valor de toda la organización, especificando cada paso y anotando los posibles “puntos de dolor” de sus clientes. Solo conociendo los procesos en detalle es posible optimizarlos.

Otra forma de verlo es ponerse siempre en el lugar del cliente. Es una manera de detectar lo que se está haciendo bien y lo que no desde el punto de vista contrario. Y funciona.

Lo hagas de una manera o de otra, ten presente siempre las posibles necesidades de tu cliente. Facilítale las cosas, atiéndelo y resuelve rápido su demanda. En definitiva, haz que esté orgulloso de ser tu cliente. Si tienes suerte ¡hasta te recomendará!

 

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Publicidad Efectiva o no

La indudable eficacia de la publicidad.

Lo reconozco, estoy condicionado en mi día a día por mi profesión de marketero. Supongo que les pasará a todos los que os dedicáis a este mundillo.

Ya sea paseando por las calles, viendo una película o incluso visitando un museo, casi siempre encuentro elementos que me llevan al terreno del marketing y la comunicación.

Pequeños detalles que a otros les pasarían desapercibidos, hacen saltar una imaginaria alerta en mi cabeza y me conectan con algo relacionado con el marketing. Puede ser un letrero, una frase que escucho o una imagen. Supongo que sabéis a que me refiero.

Os cuento porque, de nuevo, me ha sucedido una vez más. En este caso leyendo la maravillosa novela de Pierre Lemaitre Los colores del incendio, segunda parte de la trilogía Hijos del Desastre, que aprovecho para recomendaros, es una auténtica delicia.

Yo creo que merece la pena transcribir este párrafo de la novela (página 278), luego veréis porqué.

Estamos en los primeros años de la década de los 30 del pasado siglo, en París. Paul, de catorce años y con una discapacidad (está en silla de ruedas), hijo de Madeleine, se encuentra totalmente maravillado por los anuncios de productos que salen en la prensa, de hecho, los colecciona. Durante una de sus sesiones de recorte, se establece este dialogo entre madre e hijo…

 

“¿Sabes por qué venden estos productos?”

-Mañana podremos hablar de todo esto, Paul. Ahora tienes que acostarte.

“Por el anuncio: estos productos no tienen ningún valor, pero son fáciles de elaborar, y cuando el anuncio está bien hecho la gente los compra.”

Madeleine sonrió.

-Desde luego, es muy astuto.

“Son productos caros, mamá, porque para la gente el cuerpo tiene tanto valor que el precio no importa.”

Madelaine lo gratificó con una risita.

-Estoy muy contenta de que al fin hayas encontrado algo, una vocación, quiero decir…La química es muy buena idea…

“¡No, mamá, la química no me interesa nada!”

– ¿Ah no? Entonces, lo que quieres es dedicarte a la propaganda, ¿es eso?

“No, mamá.”

Paul señaló los recortes de prensa.

-Ellos hacen propaganda. Yo lo que quiero hacer es publicidad.

 

Te recuerdo que esto se desarrolla hace más de 90 años.

Por supuesto, al leer esta parte de la novela, me quedé parado. Y reflexioné sobre lo que ponía.

Más allá de distinguir entre propaganda y publicidad, términos que entre algunas personas no habituadas suele a veces intercambiarse, el extracto deja entrever la fuerza de persuasión que tenía ya por entonces la publicidad. Productos que, con una buena campaña de publicidad, a pesar de su alto precio (y escaso valor real), conseguían grandes ventas.

Hay que tener presente que esto sucede en una Francia con una guerra reciente y en un momento en el que la crisis mundial iniciada en 1929 estaba golpeando duramente a la población. En este contexto, la compra de productos tales como cosméticos, adelgazantes, medias o tintes para el pelo se producía para paliar, de forma no del todo real, las carestías diarias. Algo similar al incremento de la compra de pintalabios que hoy se produce cuando hay una crisis económica.

La publicidad tenía mucha importancia entonces, y a lo largo de las siguientes décadas, siguió siendo un canal importante para dar a conocer los productos y servicios de las empresas al público. Con la expansión de nuevos canales, como la televisión o más tarde internet y todos sus derivados, la publicidad vivió una época de bonanza.

Hoy nos preguntamos acerca de la efectividad de la publicidad.

 

¿Sigue siendo útil y eficaz la publicidad para conseguir más ventas?

Lo cierto es que se han realizado muchos estudios acerca de la efectividad de la publicidad, en sus diferentes formatos. La mayoría de ellos relacionan la exposición a la publicidad con una mejora en el conocimiento de marca, es decir, visibilidad.

Más difícil es relacionar la publicidad con un crecimiento real en las ventas, algo que es muy complicado de hacer, salvo que estemos hablando de promociones u ofertas de producto, donde hay una relación causa-efecto muy directa y medible en el corto plazo.

Incluso existen muchos galardones a la eficacia publicitaria, por ejemplo, en España, aunque en mi opinión, estos reconocimientos no demuestran que las campañas premiadas sean las más eficaces, al menos en cuanto a una relación directa con las ventas.

Todo ello nos lleva a preguntarnos si la publicidad es o no útil a las empresas. Y para saberlo, antes es necesario fijar los objetivos de las campañas. No es lo mismo tener como fin un incremento del conocimiento de la marca que un aumento de la cuota de mercado. En función de cuál sea el objetivo, la medición del resultado será más o menos difícil de obtener y de valorar.

Entre los métodos cuantitativos para medir la eficacia publicitaria esté por ejemplo STATS, que requiere medir el incremento en ventas entre los que han visto la publicidad y los que no la han visto en un periodo posterior a la campaña.

También existen diferentes aplicaciones y software para la medición de los impactos de una campaña online a través de clics o visitas a una landing page o site.

Y luego están los métodos realizados con encuestas. Se realiza una encuesta de conocimiento de marca antes y después de una campaña, y se miden las diferencias.

Sea cual sea el método utilizado, siempre habrá márgenes de error, en especial si queremos medir el efecto real de la publicidad realizada en las ventas. Y ello porque en las ventas no solo influyen las campañas que realicemos, también afecta, y mucho, la calidad de la campaña, el producto, lo que haga la competencia, la situación del mercado y otros aspectos sociales.

 

¿Significa esto que no sabemos el efecto real de la publicidad?

De ninguna manera. Y la mejor forma de verlo es con el ejemplo de una empresa que realice año tras año campañas de publicidad en medios diversos y que de repente un año deje de hacerlo. El efecto que se produce es inmediato, real y medible.

Este estudio de Atresmedia Publicidad (“Qué pasa con tu marca cuando dejas de hacer publicidad”) realizado en 2020 refleja, entre otros interesantes datos, que tras un periodo entre tres y seis meses de no hacer publicidad en TV, hay un descenso muy acusado de la notoriedad publicitaria, el conocimiento de marca y la intención de compra. Datos inversos se producen para aquellas marcas que siguieron anunciándose en TV.

Y estos efectos se pueden trasladar a cualquier otro medio, tanto tradicional como digital. Como siempre he creído, y los datos demuestran, si desapareces del mercado al que te diriges lo más probable es que tu marca poco a poco se quede en la intrascendencia. Le damos ventaja a la competencia y, por supuesto, se frena el crecimiento.

Da igual el canal que abandones. En mercados tan competitivos, donde sobresalir es cada vez más difícil y costoso, irte del campo de batalla es dar por perdida la contienda, para satisfacción de tus competidores…

Otro estudio muy interesante, esta vez realizado por Kantar referido a las marcas y su inversión en publicidad televisiva, destaca precisamente el efecto que tiene sobre la marca abandonar la publicidad en televisión: Los datos demuestran que uno de cada dos euros perdidos por las marcas españolas en 2019 es imputable a la desinversión publicitaria.

Por tanto, estas viendo que es más fácil ver qué efecto tiene dejar de hacer publicidad, que conocer el efecto de hacerla.

Sin embargo, la publicidad sigue siendo una herramienta imprescindible en muchos casos para mantener o incrementar la posición de la empresa en un mercado. Como he señalado más arriba, dependerá también del sector y del tipo de público al que te dirijas.

Las grandes marcas son las que más invierten en publicidad, no solo porque tienen más recursos, sino porque tienen que defender una posición de liderazgo en el mercado. Bancos, marcas de automoción, telefonía, productos de alimentación o perfumería y cosmética necesitan estar presentes en la mente del consumidor cada día. Y eso solo se consigue con la publicidad.

En tu caso particular, tendrás que analizar antes qué tipo de público es tu cliente ideal, donde se encuentra y cómo ser visible ante él. Y para cada empresa es diferente. Partiendo de la base de que es necesario visibilizar la marca, te doy algunas pistas para que puedas orientar tu estrategia publicitaria.

 

Publicidad sí, pero no cualquiera. Algunas claves.

Dentro del concepto de la publicidad englobo tanto los soportes tradicionales (papel, vallas, displays, folletos, TV, radio…) como los digitales (anuncios en web, banners, pop-ups, anuncios en RRSS…).

Lo primero que tienes que plantearte es la dualidad entre la publicidad tradicional y la digital. ¿Cuál es más efectiva? ¿Y la más rentable? ¿Es mejor utilizar una de ellas o una mezcla de ambas?

Responderás a estas cuestiones tú mismo después de leer lo siguiente. Un adelanto: la publicidad digital no siempre es la más valorada por los clientes. Echa un vistazo a este otro informe de Kantar y verás cuales son los canales publicitarios más valorados. ¡Te sorprenderás!

Vamos ya con algunas claves que debes tener en cuenta para valorar una estrategia publicitaria.

 

  • La publicidad, por sí misma, no es la panacea. Si antes no tienes definidos unos valores de marca, unos elementos diferenciales y una estrategia de marketing y comunicación, párate a hacerlo antes de dar el paso a una campaña. Ta ahorrarás disgustos y dinero.

 

  • La publicidad es solo uno más entre muchos de los canales de marketing y comunicación a tu disposición. Valora las diferentes opciones. Es posible que no necesites publicidad en sentido estricto, pero sí abrir otros canales de comunicación hacia tu público objetivo.

 

  • Los mercados B2B son muy diferentes a los B2C en términos publicitarios. Los medios específicos de un sector suelen ser más eficaces que los generalistas.

 

  • Huye de una publicidad intrusiva. No hay nada peor que saturar a tu público con continuos impactos de tu marca, cuando no lo esperan ni lo desean. Elige siempre los canales más amigables.

 

  • No es lo mismo publicidad de marca -branding- que publicidad promocional. Si no vas a dar a conocer una oferta o promoción, no intentes vender nada. Trasmite tus valores como empresa, lo que te hace único y el porqué de tu actividad.

 

  • Como decía el maestro Ogilvy, No escribas nunca un anuncio que no querrías que tu propia familia leyera. No deberías contarle mentiras a tu mujer. Tampoco se las cuentes a la mía.

 

  • La publicidad en medios muy saturados y masivos es más costosa e ineficiente que en medios menos utilizados. No te dejes llevar por el nombre de un medio. A veces, lo más eficiente es lo que menos se utiliza.

 

  • Combina publicidad con comunicación. Genera noticias y contenidos que tengan interés para tu público y difúndelos.

 

  • Sé creativo, tanto en los mensajes como en los diseños de la publicidad. No digas nada que no sea cierto, no exageres. Utiliza la empatía y el humor.

 

  • Los medios digitales son un buen complemento a una publicidad offline. Pero no todos los canales digitales valen. No inviertas en canales saturados o generalistas. Y, si es posible, haz pruebas de campaña. Mide los resultados y decide.

 

  • La mejor publicidad que puedes conseguir, y es gratuita, es la que harán tus clientes por ti en sus propios entornos. Si cuidas a tus clientes, tendrás prescriptores.

 

La publicidad ha demostrado ser un excelente vehículo para el posicionamiento de marcas. También para incrementar las ventas en el caso de promociones. Y lo seguirá siendo. Aunque cambien los formatos, siempre habrá una necesidad de tener visibilidad en el mercado.

Por suerte o por desgracia, lo que no se conoce no existe para los consumidores. Por eso siempre existirá la publicidad. Combinada con otros canales, reinventada con otros formatos o vestida con nuevos trajes. Estará ahí mientras exista una necesidad de dar a conocer productos, servicios y marcas. La clave es acertar con el medio y equilibrar bien nuestra estrategia publicitaria. Como siempre, el traje a medida es lo que mejor sentará.

Por cierto, para los que os haya quedado la duda:

La propaganda busca generar un estado de opinión a través de la difusión de ideas o conceptos (ejemplo, las campañas de la Dirección General de Tráfico para prevenir accidentes).

La publicidad tiene como fin generar interés en una marca, producto o servicio que motive su adquisición (ejemplo, cualquier campaña de Coca-Cola).

 

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