Repensar tu modelo de negocio, un hábito saludable.

Voy a ir a contracorriente de lo habitual en estos tiempos y arriesgarme a proponer un ejercicio mental poco frecuente en las empresas, y casi inexistente en pymes y emprendedores.

 

Voy a sugerir la Reflexión como ejercicio periódico autoimpuesto por los propios directivos y empresarios y como metodología para avanzar en el autoconocimiento de ellos mismos y en el de la empresa que gestionan.

 

Suena raro en los tiempos actuales, donde la agilidad en las decisiones y acciones es la norma, que proponga una práctica que hace parar el reloj durante un tiempo, para dedicarse a entender lo que estamos haciendo, cosa que muchas veces creemos saber.

 

Edward de Bono, el inventor del conocido método del «pensamiento lateral», decía que, si tú no decides tu futuro según tu criterio, alguien o algo lo decidirá por ti. Y precisamente hoy, cuando en la mayoría de las ocasiones muchos profesionales se dedican a intentar no caerse del tigre enfurecido en el que van montados (para que este no los devore) no se sabe muy bien quién rige los destinos de sus negocios.

 

Aunque sobre el papel directores generales, de departamento y mandos intermedios toman decisiones cada día, no estoy muy seguro de que estas hayan sido determinadas de forma autónoma, y aquí el tigre tiene mucho que decir.

 

Si nuestras actuaciones son reactivas o impulsivas, como por ejemplo frente a una acción concreta de un competidor, la opinión de algún cliente, el consejo interesado de nuestra agencia de publicidad o el criterio del algoritmo de turno, estaremos perdiendo el control de nuestro negocio, Estarán decidiendo por nosotros agentes externos.

 

En realidad, perdemos mucho más. Se desvanece nuestra personalidad como organización y, por ende, nuestros valores de marca distintivos.

 

Para frenar este ciclo acelerado que impide pensar con sosiego y visualizar claramente el camino por donde debemos llevar el negocio, la reflexión es la parada necesaria que hay que hacer.

 

 

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Te propongo que te bajes de ese tigre enfurecido (tranquilo, no te va a devorar) y empieces tu reflexión con estas preguntas…

 

1️⃣ ¿Qué empresa soy?

Tendrás que hacer un ejercicio de introspección y ver tu negocio «desde fuera» para definir claramente lo que es.

 

2️⃣ ¿Qué papel juego en la sociedad?

No respondas de forma directa, no eres un mero proveedor de bienes o servicios. Ve más allá. Contempla tu lugar en la sociedad en relación con todos las que la forman: consumidores, colaboradores, instituciones, empleados, personas, familias, entorno…

 

3️⃣ ¿ Por qué hago lo que hago?

Todas las pymes tienen como fin primario generar beneficios y ser rentables. Pero, si piensas más en profundidad, …¿Qué sentido le das al hecho de que tu empresa exista?

 

4️⃣ ¿Para qué hago lo que hago?

No respondas lo obvio. Quizás tu papel en la empresa responde a otros objetivos. ¿Qué fin último quieres conseguir?

 

5️⃣ ¿Realmente estoy contento con lo que hace mi empresa?

Si no eres feliz con lo que haces, es muy difícil que tu empresa tenga una buena salud. Sé sincero y responde realmente lo que sientes (y cómo serías más feliz).

 

6️⃣ ¿Puedo hacer otras cosas que aporten más al mercado?

Si siempre has hecho casi lo mismo, tu futuro será igual a tu presente (o peor). Seguro que la estructura de tu empresa (activos, personas, conocimiento…) te permite hacer mucho más de lo que imaginas.

 

7️⃣ Mi organización dentro de cinco años…¿Cómo quiero que sea? ¿Qué pasos estoy dando para conseguirlo?

Ponte las «gafas de lejos», aísla tu presente e imagínate en el futuro. Para conseguir tus objetivos a largo tienes que pensarlos en el corto. Sé creativo, ambicioso y…realista.

 

 

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El objetivo de este auto-diagnóstico reflexivo:

 

▶️ Profundizar en el autoconocimiento propio y en el de tu empresa.

▶️ Revelar aspectos de tu organización que desconocías para convertirlos en información valiosa y ver el futuro de manera diferente.

▶️ Valorar el modelo actual de tu negocio y su viabilidad futura.

▶️ Que tus decisiones sean conscientes y meditadas, que nadie las tome por ti, como señalaba De Bono.

 

La reflexión, a pesar de no estar de moda, es una manera de bajar de ese tigre opresor que no te lleva a ningún lado y de continuar el camino a tu ritmo y con tu propia brújula.

 

Una vez que pares y le dediques tiempo, te harás la pregunta que muchos se hicieron en esta misma situación…¿Por qué no lo había hecho antes?

 

Practica la reflexión de forma regular y quizás encuentres ese camino distinto -y emocionalmente más saludable- para dirigir tu negocio en los próximos años.

 

¿Te animas?

 

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