Cuando vas avanzando en tu carrera profesional y echas de vez en cuando la vista atrás, te encuentras con cosas muy curiosas y también agradables. Mirar el espejo retrovisor te hace percibir cuánto has avanzado en tu camino laboral y lo lejos que has ido dejando los primeros y difíciles pasos como trabajador.
Ves como tu itinerario, lejos de ser tan lineal como imaginas hoy, ha sido más parecido a una carretera gallega que a una autopista de la meseta. Un camino que, visto con otros ojos, parecería caótico y sin dirección.
Pero es todo lo contrario.
Una mirada tranquila y reflexiva hacia atrás, con la mente en el presente, hace visibles muchos detalles interesantes que merecen ser recordados.
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Mi principal objetivo durante todos estos años ha sido -y lo sigue siendo- aportar todos mis conocimientos y experiencia a los proyectos en los que he participado para que las personas lograran los cambios que buscaban.
Eso, en sus diferentes variaciones y presentaciones, creo que ha sido el faro que ha ido iluminando mi carrera profesional. Y ha sido así cuando trabajaba por cuenta ajena, como desde que lo hago con mi propia marca.
Y, además de tener un faro encendido en todo momento, también he sido recompensado con todo lo que he recibido de las personas -clientes- con las que he trabajado.
Cada persona y proyecto me ha aportado algo valioso y diferente. Sería interminable recordar y escribir todas esas contribuciones. Pero hay algunas que destacan…
1️⃣ La virtud de escuchar.
Puede parecer algo simple y evidente, pero no lo es. Al contrario, tanto en la esfera personal como en la profesional, escuchar a las personas que tienes enfrente te da más información de la que supones, toda ella muy valiosa.
En el terreno profesional he podido escuchar a personas de todo tipo de perfiles, con bagajes culturales y formativos muy distintos y con posiciones en las organizaciones de todos los niveles.
Pues bien, en todos los casos he comprobado que escucharlas ha sido la mejor manera de entender quiénes eran, lo que buscaban y porqué lo buscaban. La escucha me ha dado una información que quizás nunca hubiese obtenido de otra forma.
Es el primer regalo útil que me han dado mis clientes y que hoy sigo recibiendo en cada nuevo proyecto.
2️⃣ La magia de conocer lo que realmente quieren las personas.
He dicho «magia» porque cuando te das cuenta de lo que buscamos todas las personas es casi una revelación.
Pero en realidad no tiene nada de mágico.
Si escuchar es una herramienta poderosa para saber y entender a las personas, conocer lo que buscan y persiguen es su consecuencia natural.
Me he dado cuenta de que casi todos mis clientes desean las mismas cosas, aunque no lo reconozcan o no sean conscientes de ello. Y estos deseos se van repitiendo no importa la época, el sector o la persona con la que trabaje.
▶️ Tranquilidad. Tener la conciencia tranquila y dormir apaciblemente sabiendo que todo está como debe estar.
▶️ Seguridad. De hacer las cosas correctas, de ir en el buen camino.
▶️ Reconocimiento. Personal, empresarial… Un reconocimiento que implica expandir las relaciones con los otros.
▶️ Deseo de ampliar las metas. Personales y profesionales.
Hay quizás otros anhelos escondidos en lo más profundo de todos nosotros, pero estos cuatro son los más significativos que se repiten una y otra vez.
Suelen disfrazarse con deseos más tangibles. Por ejemplo, tener una creciente base de clientes fieles esconde un deseo de tranquilidad.
También innovar en procesos o productos es la forma en la que un cliente me está diciendo que quiere ampliar sus metas actuales.
Y así con todo.
Los clientes me han hecho ver sus verdaderos deseos y este «regalo» me ha ayudado a trabajar mejor para que los alcancen.
3️⃣ Me han hecho ver en qué soy bueno.
Relacionado con el punto anterior, en sentido contrario.
En este caso, muchas personas, aun sin decírmelo, me han hecho consciente de aquello en lo que destaco, y también de mis limitaciones.
Y hay habilidades en las que sí parece que aporto un valor apreciado, como la empatía, la mirada con perspectiva, la adaptación a nuevas situaciones o la visión optimista de las cosas. Son capacidades soft, como hoy se denominan, y que curiosamente se imponen a los conocimientos específicos de mi profesión, como los empresariales, aunque se complementen.
Con este regalo, los clientes dan algo que no tiene precio, señalar aquello en lo que destaco y soy más útil.
¿Existe algo más preciado?
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Sí, esa mirada hacia atrás -que todos debemos hacer de vez en cuando- me ofrece una visión muy diferente de las cosas de la que me dieron cuando estas sucedieron.
La perspectiva del tiempo y la experiencia de la trayectoria recorrida hacen que solo las cosas importantes sean visibles y recordadas.
En mi caso, los aprendizajes que he recibido de mis clientes son algunos de los más relevantes con los que me quedo, curiosamente mientras trabajaba para ayudarles a conseguir sus metas.
Lo mejor es que este ejercicio retrospectivo lo puedes hacer tú también. Te dará, como a mí, una visión diferente de lo que tu propia trayectoria vital y profesional piensas que te había dado.
Te animo a que lo hagas.
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