La historia de la gallina que se enamoró de Rosendo.

Me llamo Damián Santiago y quiero ser mágico desde hace 4 años.

Antes de eso mis ambiciones fueron otras.

De joven quise ser Papa, luego Presidente de Argentina y por fin, con 17 años, tomé le decisión definitiva de ser Poeta.

Obviamente alardeo de ser un gran exitoso en los fracasos.

Es mi modo de protegerme de mí mismo, de mis muchas frustraciones.

Hubo una cosa, en cambio, que siempre se me dio bastante bien:

contar historias y vender.

Espero que esta clase sirva para que veas que no miento.

 

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Cuando en el año 2012 supe ya con total certeza que pondría la primera granja de producción de huevos ecológicos en la Comunidad Autónoma de La Rioja, me puse a investigar cómo hacía la competencia para vender la marca de sus huevos. Y esto fue lo que descubrí:

 

1️⃣ Que nadie hacía nada, excepto uno en Galicia. Y por hacerlo había pasado de tener 50 gallinas a facturar más de 6 millones de euros al año.

 

2️⃣ Que el valor proteico de un huevo no varia, aunque su producción sea ecológica.

 

3️⃣ Que la mayor parte de los consumidores no compraban huevos por la marca.

 

Incluso yo, hasta entonces, no había sido consciente cuando iba al súper a comprar huevos si debía elegir una marca u otra por alguna razón. Los escogía por tamaño y por precio. Punto. Era así. No por otra razón. Por ninguna otra. Ni siquiera estaba informado de los 4 sistemas de producción que aprobaba la administración: jaula, suelo, camperos y ecológicos.

 

❓Si no había diferencia a nivel nutritivo entre los huevos de un sistema y otro…¿Cómo justificar entonces que los míos fueran a costar más del doble que los huevos de la producción más barata?… ¿Me sigues?

 

En aquella época (hablo del año 2012) España producía huevos en plan bestia para el mercado interno y para gran parte de Europa. Un 90% de la producción era el sistema de jaula: gallinas estresadas y explotadas gracias a comer el peor pienso del mundo dentro de un espacio minúsculo y controlado.

 

Las mías vivirían en libertad. Tendrían acceso al campo, al viento, al sol. Todos los días. Comerían pienso sin pesticidas, sin colorantes, sin transgénicos. Comerían raíces, hierbas, gusanos e insectos.

 

Vuelvo a la pregunta original…

 

▶️ ¿Cómo hacer ver al consumidor esta gran diferencia, el trato especial a los animales, un huevo sin restos de venenos y una apuesta firme por la sostenibilidad?

 

 

Escucha bien porque es una señora lección de storytelling y te puedes ahorrar un montón de pasta en cursos y mentorías. Lo digo en serio. Además, si lo haces bien, te pone adelante en el mercado tan rápido como un tren bala.

 

Hubo un momento antes de iniciar la actividad en el que me pregunté:

 

¿Qué hago para que la gente elija mi marca?

 

Ok, era la primera granja con ese sistema de producción en La Rioja.

 

¿Eso emociona? Mucho no. Hay que tocar la “patata” del consumidor. De lo contrario resultará extremadamente difícil hacer que te elijan cuando la costumbre de estos seres desconsiderados es comprar “los de siempre”.

 

¿Qué hacer?, me preguntaba una y otra vez.

 

Resolví dos cosas:

 

▶️ Primero, crear la historia de Rosalinda, la gallina con súper poderes capaz de hacerte cumplir cualquiera deseo, que amaba la libertad, comer sano, disfrutar del sol y, además, enamorada de Rosendo hasta las plumas.

 

▶️ Y segundo invitar a la gente a mi granja para demostrar in situ que todo eso era verdad.

 

 

Los padres llevaban a sus hijos a mi granja para conocer a Rosalinda, pasar un día estupendo cerca de las gallinas en plena naturaleza y ya, de paso, para pedir a Rosalinda un deseo (cada vez que recuerdo que uno de los niños que nos visitó puso Querida Rosalinda, haz que mi mamá se cure del cáncer” se me llenan los ojos de lágrimas).

 

 

Al regresar a sus casas contaban de nuevo, con emoción, la increíble historia de Rosalinda.

 

Más de dos mil niños de distintos colegios de toda La Rioja conocieron a la gallina más famosa de la región.

 

Y luego, cuando iban al súper con su madre o su padre, decían:

 

Mira mamá, los huevos de Rosalinda, cómpralos, cómpralos…

 

Así pasé de 400 gallinas a 700, de 700 a 1.100, de 1.100 a 1.500 y de 1.500 a 2.200 en 4 años.

 

Contar una historia de marca se llama inteligencia comercial.

 

Todos pueden hacer lo mismo. Desde un electricista hasta un abogado, desde un preparador físico hasta un fabricante de corcho.

 

 

Todos podemos crear una historia basada en nuestro vínculo con el motivo por el cual emprendemos en ello. Cualquiera puede crear otra desde la fantasía, pero coherente con el producto y/o servicio que ofrezcamos.

 

 

🔸Las historias impactan.

 

🔸Las historias son fáciles de recordar.

 

🔸Las historias conectan con las emociones humanas y convierten a potenciales clientes en fanáticos.

 

Muchos emprendedores desconocen o desprecian la ventaja que aporta una buena historia a sus marcas. No adivinan cómo de fácil consigue diferenciarlos y cómo, al hacerlo, impacta en el mercado y en los resultados finales de sus ventas.

 

Hazme caso.

 

Ponte a ello.

 

Y si no sabes cómo. hoy en día hay muchos profesionales dedicándose a ello.

 

Una buena historia sólo puede disparar tu negocio y tus ingresos.

 

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