En un entorno donde todo cambia, desde los hábitos de consumo hasta las tecnologías o las propias acciones de los competidores, no es fácil mantener el ritmo, defender tu posición en el mercado y proteger la rentabilidad y crecimiento de una pyme.
No solo es el día a día, que ya nos deja sus sorpresas y obstáculos, sino la necesaria obligación de actuar en el presente pensando en el medio y largo plazo. Mientras decidimos cosas hoy, tenemos que ir implementando las actuaciones que moldearán nuestra organización en el inmediato futuro.
En este constante camino, que a veces semeja a una montaña rusa, con sus picos y valles, sus lentos ascensos y sus vertiginosos descensos, no es raro que muchas veces cunda cierto desánimo. Es entonces cuando, entre una decisión y otra, te paras a pensar y te preguntas…
▶️ ¿Merece la pena lo que estoy haciendo?
▶️ ¿Cómo voy a superar esta situación en la que está la empresa?
▶️ ¿Necesito hacer cambios radicales o mejor voy poco a poco?
▶️ ¿Cómo puedo estar seguro de mis decisiones?
▶️ ¿Estoy haciendo las cosas correctas?
Y a veces se ven las cosas más negras de lo que son. Y es normal. Cualquier profesional, responsable o directivo quiere lo mejor para su organización, que esté fuerte y que sea competitiva.
Y cuando pensamos si lo estamos haciendo bien, nos pesa la responsabilidad, al menos a los que sentimos la empresa como parte de nosotros.
En estos casos, merece la pena parar un poco, tranquilizar la mente y analizar las cosas bajo un prisma diferente.
Estas ideas, que a mí me han funcionado y también a muchos de mis clientes, pueden ayudarte a conseguirlo.
1️⃣ Poner distancia.
Para ver lo que está pasando y lo que nos preocupa, hay que intentar aislar esa situación. Tenemos que ser capaces de ver las cosas como si fueran ajenas a nosotros, desde fuera, sin prejuicios o valoraciones previas. De esta manera objetivamos el problema y vemos su verdadera naturaleza.
Cuando analizo la situación en las pymes de los clientes, la veo libre de ideas o juicios preconcebidos, y es muy probable que el cuadro que observe se parezca poco a lo que los clientes ven desde dentro.
Esta técnica te da la oportunidad de analizar las cosas de manera fría y objetiva. Se ven las cosas menos negras. Y el resultado del análisis ofrece soluciones y caminos diferentes a los que antes te habías planteado. Merece mucho la pena.
2️⃣ Cuenta con las personas.
Las cosas se ven de distinta forma según quién las mire. Es un hecho. Y en una organización, por pequeña que sea, siempre tienes a mano personas con las que compartir tus inquietudes.
Lo ideal es realizar sesiones para hablar sobre la evolución del negocio, donde todos puedan aportar sus ideas y opiniones, de manera natural. Cada uno expresa sus propios miedos y preocupaciones y se da pie a que el resto se involucre en ellos, poniéndolo todo en su lugar relativo.
Conozco algunas empresas que mantienen reuniones informales de los principales responsables de manera periódica. No tienen un orden del día, salvo el de comentar cómo ven la marcha de la empresa y las ideas que tiene cada uno para desarrollar en el futuro.
Estas reuniones, además de unir a las personas en el proyecto común, que ya de por sí es un beneficio, reduce el estrés general y ofrece interesantes ideas para la mejora de la empresa.
3️⃣ Pensar siempre en lo mejor para el cliente.
El mercado no es una selva en la que la competencia quiere que desaparezcas. Tampoco que los clientes sean demasiado exigentes y que solo busquen precios bajos, y calidad y servicios máximos.
No. La realidad es que la mayoría de nuestros competidores lo que buscan es ofrecer al mercado productos y servicios adecuados al público al que se dirigen. Y para ello intentan hacerlo lo mejor posible, como tú.
Y los clientes no buscan el producto perfecto. De hecho, todos somos clientes de empresas. ¿De verdad piensas que solo buscas lo mejor de lo mejor al precio mínimo? No lo creo.
La mayoría de nosotros basamos nuestras decisiones de compra en la confianza que nos da una marca y en la calidad de la relación que tiene con nosotros. Esa confianza es la que hay que trabajar, ofreciendo un producto que esté a la altura de lo que se espera de nuestra marca, al precio que vale.
Cuando te ataque el pesimismo o la preocupación por tu negocio, pregúntate qué sería lo mejor para tus clientes. La mayoría de las veces, en la respuesta tendrás la mejor decisión para actuar.
4️⃣ Valorar lo bueno que tenemos en nuestra pyme.
Si todas las personas, aunque parezcan grises y anodinas, tienen siempre algo bueno que las distinguen, ¿por qué no también las pymes?
Muchas veces pensamos que somos una empresa más del sector, con productos más o menos aceptables y sin nada excepcional que nos diferencie. Nada más lejos de la realidad. Todos los negocios tienen siempre algo que tiene valor, algo por lo que los clientes nos eligen, algo que puede estar oculto y que no vemos de forma evidente.
Podemos tener un equipo de personas altamente motivadas y contentas con su trabajo, o un servicio cercano y atento, o un cuidado especial con el packaging, cada empresa es diferente.
Es importante descubrir lo bueno que tenemos en nuestra empresa y, si no somos capaces de encontrarlo, puede ser una buena idea preguntar a clientes, proveedores o colaboradores. Ellos, mejor que nadie, saben en lo que destacas, como también los que te rodean en tu círculo personal conocen tus virtudes.
Detectar estos elementos positivos, potenciarlos y comunicarlos es una buena manera de alejar el pesimismo de la cabeza.
5️⃣ Ver los problemas como oportunidades.
«Descubrimos que las personas que no se rinden tienen la costumbre de interpretar los tropiezos de la vida como algo temporal y sobre los cuales se puede hacer algo». (Martin Seligman)
Estoy totalmente de acuerdo con el psicólogo estadounidense. Y, aunque él lo aplica al ámbito de la psicología personal, es totalmente trasladable a los profesionales de las empresas.
Muchas veces vemos solo la parte negativa de las cosas, aquella que es más evidente y más impacta en nuestro negocio. Puede ser un alza de los precios de las materias primas, un fallo en la cadena de producción o un error en el diseño de un producto. Cada una de estas cosas son hechos reales que han causado un daño a la empresa, eso es evidente.
Pero considera que estos mismos hechos…
✅ Son temporales, no van a durar siempre.
✅Todos encierran un aprendizaje, que sirve para mejorar las cosas en el futuro.
✅ A veces dan lugar a nuevas oportunidades.
Un incremento de precios de materias primas puede sugerirnos cambiar el modelo productivo.
Un fallo en la cadena de producción nos puede conducir a un modelo de aseguramiento de calidad más eficaz.
El error en el diseño de un producto puede dar lugar a cambiar los protocolos de modelización para nuevos productos y quizás den a luz nuevos e innovadores diseños.
Las situaciones adversas no solo son eso, muchas veces son la mecha necesaria para poner en marcha iniciativas que se traduzcan en mejoras.
Es la mejor manera de afrontar estas situaciones: solución, aprendizaje y exploración de oportunidades.
6️⃣ Celebrar los éxitos, aunque sean pequeños.
Cuando veas que no salen las cosas o estés preocupado por el futuro del negocio, piensa que también suceden cosas por las que tienes que estar contento.
Con el símil de la propia vida de cualquiera de nosotros, hay que pensar en solucionar los problemas, pero no dejar de lado lo positivo que también nos sucede.
En cualquier pyme, cada día, hay siempre alguna buena noticia, cuando no varias. Puede ser un email de agradecimiento de un cliente satisfecho, conseguir una primera venta en un nuevo mercado, el fichaje de un nuevo empleado o ¿por qué no? la nueva maternidad de una trabajadora.
Si te paras a pensar, casi hay los mismos buenos momentos que malos a lo largo de los meses. Y es casi seguro que los buenos son muchos más. Lo que pasa que lo negativo oscurece todo lo demás y no los apreciamos.
Una buena manera de generar optimismo es celebrar las cosas buenas que pasan en tu empresa, por pequeñas que sean, y compartirlo. No hace falta hacer una fiesta ni nada parecido, pero sí hacerlo visible y agradecerlo.
Ver las cosas desde otros ángulos, cambiar la percepción de lo que observas, contar con otras personas, pensar como tus clientes y celebrar los éxitos son algunas ideas que funcionan para combatir el pesimismo y afrontar el día a día con más optimismo.
No solo estarás más preparado para tomar mejor tus decisiones, sino que trasmitirás ese optimismo a tu alrededor y generarás un ambiente de trabajo más agradable.
El futuro de tu pyme nadie lo conoce, pero llegar a él en las mejores condiciones sí está en tu mano.
Mira al futuro con optimismo y el futuro te mirará a ti con otros oj