Marketing y Comunicación electoral o el día de la marmota.

También podría haberlo titulado ‘El eterno retorno’.

Si la semana pasada destacaba la ingeniosa campaña de publicidad de la IGP Chorizo Riojano, con motivo de las elecciones municipales y autonómicas de este año, ahora toca hablar de la verdadera campaña que están haciendo los partidos políticos.

Y a mí, que ya he vivido -y sufrido- muchas campañas electorales, me parece que sigo en los años 80, con la pegada de carteles, las caras de los candidatos adornando las calles, las cuñas publicitarias en la radio, los buzoneos de los programas electorales, los incombustibles -e inútiles- mítines, y hasta los coches con megafonía recorriendo la ciudad con sus mensajes.

Me da que la creatividad sigue sin llegar al marketing electoral, y tampoco a la comunicación. Los mensajes parecen antiguos, de otra época, y la sonrisa forzada en las fotos oficiales de los candidatos son más impostadas que las de un anuncio de pasta de dientes.

No quiero ni imaginar la cara de un cliente si le presentas una campaña de marketing armada con imágenes, mensajes y estereotipos de hace 40 años. Cualquiera, aunque sea extremadamente compasivo con su agencia, se movería entre pensar que lo que le presentas es una broma o de verdad te estás riendo de él.

Pero esto parece no importar a los partidos. Seguimos igual que en los ochenta, cambian caras y algunas siglas, pero las campañas no se distinguirían casi de las de hace décadas. Yo creo que hasta las papeletas y las urnas son casi las mismas que las de entonces.

No hay que olvidar que detrás de cualquier campaña de marketing, también en elecciones, está el objetivo de conectar tu marca con la audiencia y, sobre todo, vender. En elecciones se intenta que la audiencia ‘compre’ tu marca de partido a través de un ‘pago’, que es el voto. Y, como en el caso de los mercados, en competencia con otras marcas.

Y con la gran variedad de instrumentos y posibilidades para lograr una diferenciación positiva y de valor para la marca electoral, lo que veo es que casi todas las campañas son iguales, indiferenciadas y sin elementos nuevos.

 

¿Será que el producto es lo de menos?

¿Estará el consumidor ya predispuesto a una marca predeterminada?

¿Qué idea tienen los partidos de sus votantes?

¿Se podría hacer de otra forma?

 

No sé, quizás es que todavía nadie ha dado un paso adelante en estas citas tan tradicionales y no quiere arriesgarse a ser innovador. Sin embargo, las empresas que apuestan por un marketing creativo y diferencial suelen destacar entre otras que son menos propensas a lo nuevo.

Yo todavía sigo esperando algo novedoso en marketing y comunicación electoral. Igual soy un iluso…

De momento, me vuelvo a despertar cada cuatro años en el día de la marmota.

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