La pregunta recurrente que siempre se hace cuando se habla de marketing… ¿el marketing crea necesidades o solo las satisface?
Cuando era estudiante universitario pensaba que sí, en realidad el marketing tenía la capacidad para moldear los gustos de las personas e inducirlos a adquirir productos o servicios que, en definitiva, no necesitaban, aunque yo creía que realmente “no sabían que los necesitaban”.
El tiempo, formación, años de experiencia por medio y, sobre todo, la constatación empírica del funcionamiento del mercado, me demostraron que no era así. El marketing lo que hace es influir en el consumidor para que este elija nuestra marca (entre otras de la competencia) para satisfacer una necesidad real que tiene.
La necesidad no tiene porqué ser vital, alimentarse, por ejemplo. Puede ser la necesidad de “darse un capricho”, un reconocimiento o bien simplemente “sentirse mejor”. Si fuese fácil lanzar un nuevo producto, publicitarlo bien, distribuirlo mejor y venderlo con éxito no hablaríamos de tasas de fracaso de entre un 70% y un 80% de todos los nuevos productos que se lanzan cada año.
Los marketeros tenemos ante nosotros una tarea muy compleja, que incluye conocer el mercado y a los clientes, detectar nichos de oportunidades, elegir el mejor nombre para el producto, una buena presentación, una buena campaña, una distribución óptima… Y aún así, al final será el cliente el que decida, conforme a lo que sus necesidades dictaminen, si seremos parte de su vida o no. Esa es la realidad.
Lo mejor que podemos hacer es tener siempre una cultura empresarial abierta al mercado, estar atentos a sus cambios y aprovechar las oportunidades que nos ofrezca.