Edward de Bono, el inventor del conocido método del “pensamiento lateral”, decía “si no decides tu futuro según tu criterio, alguien o algo lo decidirá por ti”.
El día a día en el que se mueven la mayoría de directivos y responsables en las empresas y organizaciones impiden muchas veces parar el ritmo y dedicar un tiempo a la reflexión. Y ello está frenando una de las tareas más importantes que tiene todo responsable de un negocio, en espacial el CEO: repensar su modelo de empresa. En las circunstancias habituales de cambio continuo de las reglas del mercado, con más fuerza en los momentos actuales, no es comprensible que muchas pymes estén centradas solo en el corto plazo. Desde luego, recuperar la liquidez y los clientes es una necesidad real, pero ello no debe despistar la mente de lo importante para que la empresa sobreviva en el medio y largo plazo. Muchos no se están dando cuenta de que es muy probable que la sociedad que nos vamos a encontrar después de la crisis actual sea bastante diferente de lo que hemos conocido. Se habla ya de una transición abrupta hacia un modelo energético con energías limpias, sistemas de trabajo diferente, nuevas pautas de consumo o una logística innovadora. Por eso, más que nunca, es vital parar la maquinaria y dedicar un tiempo a la reflexión estratégica.
Os planteo esta serie de preguntas que, aunque siempre deberíamos hacernos de forma regular, es posible que tú nunca te las hayas hecho, siempre en relación con tu negocio.
¿Qué empresa soy?
Sí, deberás hacer un gran ejercicio de introspección para definir realmente lo que es tu negocio.
¿Qué papel juego en la sociedad?
No respondas de forma directa. No eres un mero proveedor de bienes o servicios. Ve más allá. Contempla tu posición en la sociedad en relación con los diferentes actores que la integran: otras empresas, consumidores, instituciones, personas, familias, entorno…
¿Por qué hago lo que hago?
Las pymes tienen como fin rentabilizar su funcionamiento, eso está claro. Pero, si piensas más en profundidad, ¿qué sentido le das al hecho de que tu empresa esté activa?
¿Para qué hago lo que hago?
No respondas lo obvio. Quizás tu papel en la empresa responda a otros objetivos. ¿Qué fin último quieres conseguir?
Realmente, ¿estoy contento con lo que hace mi empresa?
Si no eres feliz con lo que haces, es muy difícil que tu empresa se desarrolle de manera sana. Haz un ejercicio de sinceridad y responde realmente lo que sientes ( y como serías más feliz).
¿Puedo hacer otras cosas que aporten más al mercado?
Si siempre has hecho lo mismo, no esperes grandes cambios en el futuro. Seguro que la estructura de tu empresa (activos, organización, conocimiento, personas…) te permite hacer mucho más de lo que imaginas.
Mi organización dentro de cinco años. ¿Cómo quiero que sea? ¿Qué pasos estoy dando para conseguirlo?
Ponte las gafas para ver “de lejos”, aíslate de la situación presente e imagina el futuro. Para conseguir tus objetivos “a largo”, tienes que pensar en el “corto”. Se creativo, ambicioso y…realista.
El objetivo de este auto-test es profundizar en el autoconocimiento propio y en el de la empresa que diriges. Busca precisamente buscar aspectos de tu organización que quizás no conoces y extraer de esa información un conocimiento útil que te permita afrontar el futuro con otra visión. No te arrepentirás del tiempo dedicado a realizarlo. En una mañana o una tarde quizás encuentres un camino distinto -y emocionalmente más saludable- para dirigir tu negocio en los próximos años. ¿Te animas?